No hay encuestas serias. Las imaginadas o direccionadas por “traviesos” que quieren manipular la voluntad popular, no sirven. Se olvidan que la gente en esta etapa “juega” con los candidatos y responde cualquier cosa especulando obtener beneficios de políticos que saben están desesperados por el voto, pero sin que ello implique sospecha alguna sobre la preferencia electoral. La mayoría de estas encuentras truchas se canalizan por las redes sociales. En esta ocasión, el relevamiento surgió sobre la intendencia de Los Altos.
Por “beneficio”, el vecino en muchos casos no entiende lo “ya recibido” sino lo que el elector “puede recibir” en un futuro mediato, si gana tal o cual el candidato. Las obras públicas tan promocionadas por el Gobierno no tienen el efecto electoral deseado por el oficialismo porque la mayoría de la gente vota ilusionada en verse mejor, pensando en el futuro, con la esperanza de salir del pozo en que la pobreza la tiene sumida en este contexto de emergencia sanitaria y económica.
En casi todos los departamentos de Catamarca andan dando vueltas encuestas truchas. Tomemos un sondeo -trastornado de arranque- para analizar lo loco de utilizar estas herramientas incorrectamente que, en lugar de servir para orientarse en el escenario local, terminan perdiendo a los candidatos en el orgullo y la arrogancia. Para el electorado, es divertida la imagen de políticos subidos al pony. Saben que cada campaña tiene algo de circo criollo y se entretienen.
Por caso en Los Altos, supuestamente el contador Raúl Barot (con 76% de la preferencia electoral) le ganaría solo y caminando al actual intendente Rafael Olveira. Con esos números, el joven contador y expresidente de la EC Sapem de Energía no tendría necesidad de sumar otros sectores de los que puede prescindir tranquilamente. Si el jefe comunal va por la reelección movido por su obsesión, va a estar interesante la compulsa en Los Altos pues será Orgullo versus Soberbia.
Es una cuestión de acento y de interpretación. El voto tiene relación con la esperanza de los vecinos y la posibilidad de que se satisfaga las necesidades de la comunidad, pero como lo entiende la gente, no como lo interpretan los candidatos que, al final, se terminan enredando o perdiendo en disputas fantásticas como si la ceguera de “Rafa” (por mantenerse en el poder) o la alucinación de “Ruly” (por obtener el poder) fuera más importante que los ciudadanos.
Por Juan Carlos Andrada
Especial para El Aconquija
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