La semana pasada El Aconquija publicó sobre el manoseo que fue la entrega de viviendas en Tinogasta. Las autoridades catamarqueñas habían sacado del listado a una familia con una persona discapacitada para pasarle una “casa adaptada” a otra sin discapacitados en el seno familiar. A última hora y gracias a la presión social se hizo justicia con este caso pero hubo muchos otros que quedaron en la nada.
Hay que decir que los funcionarios que llegaron desde la capital de Catamarca citaron a los tinogasteños que en principio figuraban en la lista de beneficiarios y que luego fueron borrados por compromisos políticos a último momento sin tener la chance de defenderse. Un funcionario de la Vivienda de apellido Barrionuevo les mintió y luego se escapó corriendo a la camioneta para no atender a los marginados que le hicieron la guardia en vano, una burla.
Párrafo aparte para el hermano del viceintendente de Tinogasta, Danillo Cerezo, que también recibió casa del IPV. Desde “Casagrande” aclararon que Juan Cerezo, familiar del funcionario del intendente Sebastián Nóblega, no es dueño del emprendimiento turístico sino solo un administrador y personal de confianza que vive ahí. Aunque hace un tiempo que está inscripto en el IPV, comparado con otros postulantes, la entrega sonó a tráfico de influencia política.
Las autoridades intentaron descomprimir la tensión y prometieron “escuchar” todos pero la decisión estaba tomada y dejaron a los vecinos mascando bronca. Esa tarde patearon a los vecinos molestos para el otro día y a la mañana siguiente ya no tenían tiempo para ellos. La actitud oficial no se salvó con “poner la cara” pues incluso los funcionarios tuvieron que correr al vehículo en una suerte de fuga para escapar de los reclamos por las injusticias en la entrega de casas.
Las viviendas se construyeron detrás del predio de Gendarmería. Una situación resonante que no pudo mantener el oficialismo fue quitarle la casa adaptada a la familia Tello, una mamá con su hija discapacitada. La casa había pasado a manos de otra persona sin discapacitados en la familia por lo que la vivienda con medidas especiales dentro de la casa iba a quedar en manos de una persona sin dificultades. Eso, gracias a Dios, no pasó.
Por Juan Carlos Andrada
Especial para El Aconquija
