Allá por el 20 de marzo, Argentina entró en una faceta de cuarentena inesperada: lo que en principio iban a ser 15 días, terminó extendiéndose por 4 meses. Cuando se tomó tal decisión, habían 158 casos confirmados y 3 fallecimientos, según la OMS. Hoy, tenemos 123 mil confirmados y 2220 muertes acumuladas y este viernes se anunció la salida del régimen estricto en AMBA, que no sólo es la región más poblada del país, sino que también es la que concentra la gran mayoría de los casos.
En el momento en el que la famosa “curva” comienza a subir drásticamente se decide aliviar la cuarentena. En este contexto, las razones ya dejan de ser tan epidemiológicas y comienzan a entreverse los motivos económicos, dada la destrucción de la productividad en nuestro país. A esto se le suma nuestra historia de recesión que se viene arrastrando hace tiempo, y con cuarentena se hundió cada vez más. El viernes Martín Lousteau le planteó un panorama desolador al presidente: caída del PBI de dos dígitos, 1 de cada 2 argentinos pobres, desempleo también en dos dígitos y déficit elevado.
El gran cuestionamiento a analizar es ¿realmente Argentina estaba preparada para una medida tan estricta? El primer mes fue acertado en priorizar la salud de la población, pero ese tiempo debía ser clave para que todos los mandatarios se pusieran de acuerdo en buscar nuevas herramientas en materia de salud. Sin embargo, entramos en una cuarentena sin estar equipados con los suficientes test PCR. Si bien el número de testeos hoy es aceptable, nunca se pensó en una medida para hacer llegar los insumos correspondientes a hospitales públicos.
En este contexto, AMBA llegó a estar 120 días con una cuarentena dura, casi sin períodos de alivio. Caso contrario fue el interior, que a partir de junio muchas provincias pudieron flexibilizarse un poco más. Pero esto no quita la problemática económica en todo el país. Al estar AMBA paralizada, el interior no recibe productos fundamentales debido a la gran dependencia del interior, lo cual devino en un efecto dominó que arrastró a todo el país. Cada vez es más difícil pensar en una solución económica eficaz para recuperarnos.
Por otra parte, en Catamarca, Raúl Jalil decretó que a partir del lunes 20 se concluya la Fase 1 para poder flexibilizarse. Esta decisión va en consonancia con la apertura anunciada por Fernández. Esta nueva etapa de distanciamiento social deberá tomarse con total responsabilidad y cumpliendo con el debido protocolo en la provincia. Todavía falta para que miremos la pandemia como un asunto superado. La rigidez de las medidas, por el momento han contenido, pero no combaten de raíz la problemática.