La familia Süller siempre fue motivo de disputas tanto internas como externas y esta no fue la excepción. Ahora, Guido señaló a sus dos hermanas, Norma y Silvia, como las encargadas de envenenar a su madre, Nélida, quien falleció a fines de julio. Si bien, en principio Guido aseguró que la muerte había sido culpa de los médicos que le recetaron un remedio muy fuerte para sus 91 años, ahora cambió sus sospecha y apunta contra su familia.
“No tengo relación con ninguno de los tres hermanos, siento una liberación. Mis padres se fueron y es el dolor más grande la vida, pero siento una liberación de ya no tener que estar con mis hermanos, ni rendirles cuenta, ni estar sonriéndoles, ni nada”. Y agregó: “Todos mis hermanos se portaron mal. Mi hermano tuvo violencia con mi mamá, Silvia la odió toda la vida a mi mamá y mi mamá no la quería a ella porque era una señora más de iglesia, más recatada, de un hombre solo”, relató, en diálogo con “Los Ángeles de la Mañana”.
Además, advirtió, “mi mamá estaba sana, fue mal medicada. Tenía un poquito de dolor de huesos, pero nada más. La llevé al traumatólogo y le dieron una droga fuertísima que una señora de 90 años no puede tomar. Era una pastilla por semana. Pero a mí me tuvieron que internar, cuando tenía toda la cara hinchada, y no la pude tener más a mi mamá”. Ante esta realidad de su madre, Guido decidió hacerse cargo de esa situación: ”Le alquilé un departamento a estrenar en Villa Urquiza, se lo amueblé todo, y Norma vivía a unas cuadras de ahí, entonces empezó a encargarse un poco más”, aseguró.
“La que le daba las pastillas, la que armaba el pastillero con las drogas para darle a mi mamá era Norma y a veces Silvia, que oh casualidad, de odiarla toda la vida pasó a ir a visitarla tres veces por semana con un budín para tomar el té”, resaltó, visiblemente molesto. Lejos de dejar el tema ahí, continuó: “Mi mamá entro sobre dosificada, por la sangre envenenada por ese medicamento. Ese es el otro motivo por el cual no quiero ver a ninguna de las dos. Saquen sus propias conclusiones”.
Haciéndole frente a sus palabras, Guido, ya más calmado, explicó que lo que denuncia puede haberse dado sin querer o por negligencia. “Pero necesito decirlo porque lo tengo contenido y lo voy a llevar en el corazón toda la vida. Yo le armaba el pastillero cuando vivía conmigo, seis meses, y nunca me confundí en una pastilla. Entró con la sangre envenenada”, concluyó, lamentando la pérdida de su madre.