Frogmore Cottage es la residencia del príncipe Harry y Meghan Markle en el Reino Unido. Los duques de Sussex volvieron a su antiguo hogar en su última visita a la región, a días de su despedida oficial como miembros de la realeza. Claro que esta imponente residencia no perteneció siempre a la pareja. Está en manos de la realeza desde 1790 y tiene una larga historia detrás. Como informó la revista Vanity Fair, la primera “royal” en ocuparla fue la reina Charlotte.
Cuando la imponente residencia real era solo una casa de campo, la reina Charlotte la tomó y a convirtió en el palacio de ensueño que es ahora. Ella vivió allí y más tarde lo hizo su hija, la princesa Isabel. Tiempo después, la tomaron la reina Victoria y su madre, la duquesa de Kent. Como ambas mujeres eran aficionadas al arte, llenaron las paredes de la casa de pinturas, que siguen ahí al día de hoy.
Fuente: Royal Collection Trust.
Como la vida de una reina puede llegar a ser muy estresante, Victoria buscó un lugar para relajarse cuando las exigencias la sobrepasaban. Este lugar fue el jardín, claro. El terreno está rodeado por 130 mil metros cuadrados de espacio verde. Se dice que el nombre de la residencia viene de una experiencia que la soberana tuvo ahí. Mientras desayunaba afuera notó que el jardín estaba lleno de ranas (frogs en inglés). De ahí que la casa haya sido nombrada Frogmore Cottage.
Fuente: Royal Collection Trust.
Más tarde, el hogar pasó a la reina Isabel. Hasta que en 2019, Frogmore Cottage pasó a manos de Harry y Meghan. Los duques le hicieron una reforma millonaria. Gastaron alrededor de 2,4 millones de libras. Aunque esto es solo la mitad de lo que gastaron Kate Middleton y el príncipe William en su hogar. La reforma estuvo a cargo de Vicky Charles, amiga de Markle y diseñadora de Soho House, el lugar donde Meghan y Harry se conocieron.
Fuente: Royal Collection Trust.
La reforma incluyó la instalación de un sistema de calefacción ecológico, la renovación del parqué y la cocina, la habitación del pequeño Archie y una habitación para su niñera. El cuarto del niño fue diseñado con un “género neutro” en mente, ya que Meghan y Harry decidieron no conocer el sexo del niño hasta que naciera.
