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En tiempo de cuarentena, las únicas manos que podemos tocar son las de la solidaridad

Las necesidades son notorias y los vecinos extienden su mano solidaria.

Ante la situación epidemiológica que nos mantiene encerrados, se hace más notoria la necesidad de muchas familias que no tienen qué poner en la mesa día a día o que, deben buscar la forma de racionar sus alimentos. En este contexto de crisis por la pandemia mundial del coronavirus, es bueno saber que esas familias no están solas. Especialmente en Catamarca, donde surgieron las ollas populares en distintos puntos de la provincia.

 Gracias a esta iniciativa, los más necesitados tienen la posibilidad de disfrutar de un plato de comida caliente de la mano solidaria de sus vecinos. En San Antonio, Fray Mamerto Esquiú, los propietarios de un carro de comida rápida ubicado sobre la Ruta provincial N° 41 y con la colaboración de varios vecinos de la zona, decidieron extender la mano para ayudar a aquellos que, en esta situación difícil, más lo necesitan.

 La particularidad de este gesto, es que el puesto de comidas fue objetivo de siete robos en distintas oportunidades; sus dueños perdieron todos los elementos imprescindibles para la elaboración de sus comidas y aun así, siguieron trabajando arduamente en su emprendimiento para sacarlo adelante. Ahora, es foco de solidaridad porque quienes lo necesitan, pueden apelar a la solidaridad para recibir un plato de comida rica y caliente.

 En la Capital surgió “Gritos de Corazón”, una agrupación integrada por veinte jóvenes que, en principio tenían fines políticos, pero en vista del contexto, decidieron extender sus manos y brindar asistencia a comedores ubicados en los asentamientos precarios. Uno de los miembros de la organización, Mariano Salas dijo que los primeros pasos del proceso de asistencia se basan en la realización de un censo para saber cuántos niños recurren al comedor.

“Creció mucho la necesidad de la gente; cuando recién empezó la pandemia, la verdad que se vio reflejada en la gente en crisis y el cambio en la calidad de vida. Si bien eran barrios que ya eran marginales, las carencias se notan mucho más” dijo. Es una actividad que se realiza semanalmente, en la que también aprovechan para acercar ropa, calzado y asistencia alimentaria para los padres.

En Andalgalá un grupo de vecinos organizó una olla popular y un ropero comunitario. Víctor Petros, que dispone de un comedor comunitario, dijo: “La idea es poder ayudar a los vecinos en este tiempo tan duro. Cuando uno hace estas cosas se enriquece el corazón, el alma; estamos tratando de ayudar al prójimo para que Andalgalá esté unido. Seamos solidarios con el prójimo, eso nos pone a prueba a nosotros de ayudar a la gente que más necesita”

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