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OSEP Catamarca: si lo buscas a Bazán, te mandan la policía

Restricciones incomprensibles para los afiliados.

OSEP Catamarca

Todos los afiliados de la Obra Social de los Empleados Públicos (OSEP Catamarca) saben lo difícil -por no decir imposible- que resulta poder hablar con el director Norberto Bazán. Esta mañana una mujer le hizo la guardia para ver si da con el funcionario pero lo único que consiguió es que le manden la policía. La obra social parece militarizada con restricciones incomprensibles a los afiliados que solo buscan soluciones a su problema de salud.

La dificultad de encontrar a Bazán es proporcional a la necesidad que tiene el director de la OSEP Catamarca de pagar adicionales a los efectivos para que no se le acerquen. Asimismo, la pregunta es qué teme el funcionario; qué imagina que le puede pasar que no puede hablar o escuchar a los vecinos que requieren atención. Acaso supone que le pueden pegar o gritar cuando en cada micrófono sostiene que la administración es eficiente y/o excelente.  

Si no se deja encontrar o no quiere recibir afiliados supone el reconocimiento implícito de que algo no anda bien con la obra social catamarqueña, de lo contrario atendería a todos  los que necesiten evacuar dudas sobre el funcionamiento administrativo y logístico de la OSEP Catamarca. La negativa diaria habla de una falta de predisposición con los verdaderos dueños de la obra social; a diferencia de los circunstanciales administradores que pasan con los gobiernos de turno.   

No puede decir que es una gestión de puertas abiertas. Bazán administra (mejor dicho ordena) a puertas cerradas. No tiene el valor de enfrentar una mujer que está con una urgencia por eso lo espera. La afiliada está complicada de tiempos pero sigue los canales formales para dirigirse a la máxima autoridad, como corresponde. Pero Bazán no se sensibiliza, no tiene empatía con los afiliados. No hay, no se puede, no estoy.

Con frecuencia se escuchan gritos y el cruce entre el afiliado y los policías porque Bazán se esconde. Quedan los pobres uniformados obligados a imponer la orden del “General” ante la insistencia de los afiliados que claman por ayuda a la obra social. La pandemia le vino muy bien a Bazán para desaparecer, para que no lo encuentren, para hacerse negar. Pero, cuando la gente lo busca por un problema de salud, no puede borrarse, no hay justificativo.      

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