Opinión

El “sueño del pibe” es ser empleado público y los viejos no se quieren jubilar

El problema de las jubilaciones de los que no quieren irse y los jóvenes con sueños de trabajar.

El Decreto del Gobernador Raúl Jalil para apurar las jubilaciones de 2 mil catamarqueños disparó la polémica. Los viejos que no se quieren ir y entonces los empujamos sin contemplar las consecuencias de la caída. Por otro lado se le iluminan los ojos los jóvenes; ser empleado público es el “sueño del pibe” en una provincia donde no hay laburo. Por supuesto, ser afín al gobierno genera mayores expectativas. La Administración Pública se mide también en votos.

Queremos mandar a los viejos a la casa y los acusamos que no se quieren ir porque están “acostumbrados” o se “aburren” pero no se contempla que detrás del empujón para jubilarse hay un grave problema del Estado. Los sucesivos gobiernos se acostumbraron a pagar un porcentaje en negro, perjudicando económicamente al trabajador al momento de jubilarse, encima como una burla le decimos que se vaya a “descansar” y “disfrutar”.

Asimismo, los “nuevos” hacen fuerza apoyando la iniciativa oficial añadiendo sin filtros y abiertamente que los viejos son un “estorbo”. Sus genuinas aspiraciones de ser también empleado público les hace llegar a la conclusión de que los viejos no se van solo porque quieren joder a los que viene detrás. Ni el gobierno ni los aspirantes a empleado público piensan en serio en la capacitación y el trabajo genuino. La fácil.

También saltó el aprovechamiento que se hace del sistema con funciones pasivas o tomando licencias. Pero eso es un tema que corre a la par del central, no debe confundirse. Si el que controla es el Estado no debe echarles la culpa a los ciudadanos porque cumple mal su función. Muchos problemas se solucionan simplemente aplicando la ley y siendo eficiente en los controles porque los que vengan van a tener igual drama sin corregir nunca nada.

De hecho, los mismos que pujan por entrar también se resistirían a irse si lo ponemos al revés. El gobierno pone más interés en jubilarlos como sea que en atender la forma y el fondo de la cuestión. Las sociedades también se miden por el trato a los viejos. Si falta el respeto, lo que se le haga a los actuales viejos le pasará también a los nuevos cuando quieran jubilarse. Si van a cobrar menos plata, -y esto vale para nuevos y viejos-, difícil que sean “felices jubilados”.

Por Juan Carlos Andrada.
Especial para El Aconquija.

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