Raúl Jalil se queja del millonario gasto público en sueldos pero quiere crear otro municipio, es decir más burocracia y empleo público. Al mismo tiempo que le quita potestad a los municipios con la nueva Ley de regalías mineras, les promete potestad a los pueblos originarios si aceptan crear un nuevo municipio. Todas estas ideas se tiran mientras los políticos entran a caballo en las comunas como “Juan Pueblo”. El paso del animal parece que sacude la cabeza de nuestros funcionarios y desacomoda las ideas.
“Les propuse a los caciques, que parte de San José y parte de Santa María tengan una intendencia aparte, creo que lo tienen que decidir ellos” afirmó el Primer mandatario provincial en plena época de homenajes a la Pachamama olvidándose que acababa de renegar del gasto público por la burocracia estatal y que también le quitó la potestad a los municipios del oeste para que no decidan más sobre los fondos mineros.
La mayoría de las veces nos quedamos en la anécdota de que “fulano de tal” que es intendente, diputado, senador, concejal, etc, entró a caballo al pueblo pero pocos prestan a atención a los detalles. Muchos legisladores tienen caballos que cuesta una fortuna comprarlos y mantenerlos, algunos becados o militantes cumplen esa función de cuidadores, apuntalando el lujo que se dan estos políticos (en pandemia y sin pandemia).
Otra cuestión es la coherencia entre lo dicho una hora antes y una hora después. Incluso la coherencia interna dentro de la misma ideología o sujeto, no se puede renegar del gasto público y un rato después entusiasmarse con más gasto público. También llama la atención la incoherencia de la oposición, sobre todo de aquellos que fueron candidatos en la última elección con otro proyecto político y que hoy avalan las locuras institucionales del oficialismo.
Incoherencias como estas se puede mencionar en cantidad en la era del covid-19. Podríamos citar la reforma del Estado a la par de cientos de ñoquis que mantiene la Provincia, incluidos los amigos de la colimba de Raúl y los hijos “supervisores” de los funcionarios. O por ejemplo, la reforma judicial con ilustres desconocidos para la nueva la Corte. Volviendo al tema central, no creo que el problema sea el caballo, aunque no faltará el “desacatao” que le echará la culpa al pobre animal. ¿Será el freno o las anteojeras? ¿La silla? ¿El bozal? ¿Las riendas tal vez?
Por Juan Carlos Andrada
Especial para El Aconquija