La semana pasada el Gobernador tuvo un susto. Un grupo de legisladores decidió hacerle un vacío a la conducción del oficialismo en Diputados y pegaron el faltazo cuando estaba en juego la ampliación de un endeudamiento para la Provincia. La iniciativa era seguida de cerca por Raúl Jalil que al final de la jornada no podía creer lo que le habían hecho los diputados de su sector. A partir de esa hora Jalil quedó monotemático y en cada reunión posterior estuvo como en el aire, ausente, temando: “¿viste lo que me hicieron?”.
Lo primero que hay que descartar entonces es que los legisladores ausentes no estaban enfermos. En realidad, no era un problema de salud, estaban molestos políticamente. Pero ¿qué es tan grave o por qué este grupo de diputados peronistas se enojó al punto de no asistir a una jornada clave en Diputados sabiendo que el Gobernador estaba pendiente del resultado de la sesión?.
La decisión extrema de no ir a una sesión importante en la Legislatura catamarqueña fue para presentar la queja formal de que están cansados de ser ninguneados. ¿Quiénes son? Verónica Mercado, Hugo Corpacci, Armando Zavaleta, Daniel Lavatelli, Armando López Rodríguez y Cintia Gambarella. ¿Con quién están indignados o quién los hartó? La presidente de Diputados, Cecilia Guerrero, el presidente del bloque, Marcelo Murúa, y el diputado Augusto Barros.
Argumentan que la tríada Guerrero-Murúa-Barros no pudieron o no lo supieron manejar políticamente y además se quejan de la falta de comunicación interna donde los mencionados más arriba arreglan un “paquete cerrado” en una suerte de hermetismo donde pretenden tratarlos como títeres a los demás diputados peronistas sin consultar nada y en un ámbito poco democrático. En ese contexto despótico y arbitrario la única tarea de los legisladores peronistas consistía en levantar la mano sin saber qué, cómo, por qué o para qué.
Por esta razón la reforma y el endeudamiento tuvieron un fuerte ruido institucional. La salida para alinearlos por parte de los conductores en la Cámara consistía en recordarles que ellos llegaron colgados de Raúl Jalil y que, si quieren la reelección aquellos que se les vence en 2021, debían obedecer calladitos la boca. La ausencia de estos diputados oficialismo forzó un acuerdo con la oposición pero por supuesto con ciertas “condiciones”, de repente se cotizaron. Le costó cara la ninguneada al oficialismo.
La copa ya se derramó y el equilibrio ya no será el mismo. El mantel blanco está manchado y parece que es vino. Algunos personajes se emborrachan con poder y comienzan a pelearse hasta con su propia sombra y a hacer papelones como desnudarse y bailar arriba de la mesa.
Por: Juan Carlos Andrada
Especial para El Aconquija
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