Opinión

Lo que Raúl Jalil no puede comprar con plata

Fue malo el cálculo que estableció que el sometimiento se traduciría en votos.

Raúl Jalil

“Si no gano, no sé cómo van a hacer con el aguinaldo de Diciembre”, habrían sido las palabras del gobernador Raúl Jalil a los intendentes. Una suerte de presión que comenzó quitándole autonomía a los municipios, sumado a las cuentas siempre en rojo, al punto que hoy para pagar sueldos y aguinaldo dependen del humor de Jalil. A falta de construcción política, Raúl asentó todo su poder en obras y la billetera, método que mostrará sus resultados en esta coyuntura electoral.


La economía no puede suplantar la política. De igual manera, la gente no solo requiere obras sino necesita sentir que el líder los escucha y que se solidariza con ellos, aunque en realidad no los escuche y no le importe. Esa convicción puramente economicista puede tener altos costos electorales sobre todo en un contexto de pandemia tan sensible y sentido, atento a la cantidad de puestos de trabajo perdidos y los familiares, vecinos y amigos muertos por Covid-19.


Cuando Raúl Jalil pensó en convertir a los intendentes catamarqueños en “jalil-dependientes” desde el punto de vista financiero lo hizo convencido que la plata mueva al mundo y que todo hombre tiene un precio. Pero, no todo es así y no siempre es así. Además, alguien podría refutar que lo que mueve al mundo son las ideas, y con una buena idea, viene la plata, que mueve al mundo.


Los intendentes salían murmurando por lo bajo el maltratato recibido similar a ser empleado de la Corporación Jalil, cuando se trata de representantes del pueblo elegidos democráticamente. Es curioso el fracaso político de muchos empresarios que se consideran exitosos. No pueden distinguir un empleado de un ciudadano, sin mencionar que la lógica empresarial suele perder de vista que estos trabajadores del sector privado también son ciudadanos.


Fue malo el cálculo que estableció que la dependencia, el sometimiento se traduciría en votos. Que entregar tractores y girar fondos públicos discrecionalmente -de acuerdo a la obediencia debida- le haría ganar elecciones a Raúl Jalil. Los griegos decían que preferían las leyes a dejar todo en manos de una sola persona. Simplemente porque las leyes pueden sustraerse a las pasiones, los mortales caen en bajezas y debilidades, aunque se trate del “mejor” de los hombres.


Por Juan Carlos Andrada
Especial para El Aconquija

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