La doctora Manuela Ávila es la funcionaria “más política” del ministerio de Salud. Hace unos días, puso la cara (otra vez) por el Gobierno para recibir a precarizados que ganan 4 mil pesos y que sacaron plata de su bolsillo para costear el viaje desde Icaño a SFVC (a pesar de que Salud los llamó). Al final, mucho protocolo y poca empatía. No les dieron ni para el boleto de vuelta.
Manuela Ávila es la funcionaria que negocia en un conflicto sanitario, sea en el Malblrán o en el interior. La crítica en este caso puntual de los precarizados de Icaño, es tanto a la “forma” como al “fondo” del mensaje. Atento a lo irrelevante de la respuesta oficial, para qué hacer viajar a los trabajadores a la Capital de Catamarca haciéndoles perder tiempo y dinero (que no tienen).
Para decirles que “no hay nada” y que, de última, “tal vez” en diciembre, no hacía falta jugar con las ilusiones de estas personas. Si bien es una cuestión de dinero y reconocimiento de los derechos laborales, lo que más dolió fue el golpe o la puñalada a la esperanza, expectativa que se contradice con el slogan “que sigan los sueños” que el Gobierno repite desvergonzadamente.
Se trata de trabajadores que perciben una beca miserable a cambio de prestar servicio en el hospital de Icaño hace 10 o 15 años. 4 mil pesos que el intendente Pio Carletta paga como quiere y cuando quiere a “personal esencial” desde que convivimos con el Coronavirus. A ese manoseo, se sumó la funcionaria de Salud que, dicho sea de paso, no les invitó ni un vaso con agua.
De seguro los “argumentos” de la funcionaria sobraron: “que el presupuesto”, “que el país”, “que el mundo”. No obstante, si a la doctora Ávila le gusta hacer política partidaria con la salud o politizarla, debería saber que lo importante hoy son las “sensaciones” que van dejando los funcionarios. Acentuar lo que interpreta o le quedó al receptor antes que a la lógica interna del emisor.
Para entenderlo mejor, no pregunte “qué piensa” sino “qué siente” la gente -que tiene que volver a votar en noviembre- cuando el mensaje oficial o del funcionario es insulso, vago y burocrático.
Por Juan Carlos Andrada.
Especial para El Aconquija.
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