Es común leer en las redes sociales, sobre todo en comunidades tan religiosas como la catamarqueña, que el coronavirus no será tan terrible. Sospechan que no será como lo fue en países del primer mundo, donde la muerte se llevó amigos, familiares y vecinos. “Dios y la Virgen del Valle nos va a proteger”, repiten una y mil veces, mezclándose, más que nunca, política y religión, como si fueran manzanas de un mismo canasto.
Si bien creemos que “La fe mueve montañas”, dejar la suerte de los catamarqueños en manos divinas puede traer más problemas que soluciones. Debemos considerar que los gobernantes se enfrentan a una verdadera plaga humana: un sistema de salud con falencias anacrónicas, debido a que la política ha sido siempre especialista en patear el problema para adelante. Tal vez, todos queremos creer que podemos repetir la historia de David contra Goliat con solo encomendarnos en el Señor.
La gente quiere creer que Dios se apiadará de los argentinos en general y de los catamarqueños en particular. Anhelamos que no nos dará una cruz que no podamos cargar, o que el virus del COVID-19 será menos agresivo. Después de todo, en los países del primer mundo, los “pecados” han sido tan aberrantes que el castigo es una suerte de purificación que los hará entender en qué consiste la bienaventuranza. El COVID-19 entonces servirá para entrar al Reino de los cielos. ¡Aleluya!
Como nunca pasó nada terrible, y cuando pasó las consecuencias fueron menores a las que se podrían imaginar, esa lectura religiosa se sigue haciendo en todo acontecimiento desafortunado. Lamentablemente, esta lectura condicionan a la conducta, incluso de los incrédulos que no van a misa o de los políticos que se dedicaron a perder el tiempo y a aprovecharse del pueblo, total “Dios proveerá”. Seguramente, “Dios no le faltará a los pobres”, y, por supuesto, tampoco a los enfermos de coronavirus.
Probablemente, la fe es importante, pero en este caso choca con el otro argumento místico y popular de que “ A Dios hay que ayudarlo ” o que “Ser cristiano no significa que las cosas van a salir bien, sino que vamos a tener la fuerza para superar los desafíos que se nos presenta”. El gobierno no está haciendo lo que tiene que hacer. Desde lejos se vio venir al coronavirus, pero la fe o confianza en Dios y la Virgen del Valle les hizo dejar el problema en un ámbito puramente metafísico.
Juan Carlos Andrada