Política

La calesita y el calesitero

Por Juan Carlos Andrada, especial para El Aconquija.

A la gestión Jalil le cuesta consensuar las medidas radicales que intenta implementar. Es sabido que no le gustan las manifestaciones en la calle y que desprecia a los gremios, sin embargo los sube a la calesita del gobierno, les pone la musiquita y los hace dar unas vueltas para terminar en el mismo lugar. En definitiva se mueve pero no avanza, al contrario, al bajarse del carrusel, los sindicalistas manifiestan estar mareados y con náuseas. Es lógico.


Los gremialistas reclaman que el oficialismo “no tiene palabra”. Sucede que el Gobierno los convoca y les dice una cosa, luego llama a los medios afines al poder y les dice otra, finalmente en la práctica termina haciendo algo totalmente distinto a lo que le dijo a los sindicalistas y a los diarios. La modificación o mutación hacen indefendible la coherencia oficial arrastrando a los aliados a verse deforme en el espejo de las publicaciones (una suerte de mutantes).


También es cierto que a Jalil no le gustan los reclamos en la calle ni las redes sociales. Lo ponen histérico por lo que los gremios especulan con esa fobia para ponerle un límite al calesitero que no para de empujar la calesita. Tantas vueltas ¿solo por diversión? En realidad es para ganar tiempo porque de inocente esto no tiene nada si consideramos las profundas reformas que impulsa Jalil para los trabajadores, en todo caso es la calesita de alguna película de terror.


Las reuniones fueron cambiando, oscilan entre conversaciones que siempre se dejan a medias (después se hará lo que diga el Ejecutivo) y de tipo empresarial donde el Gobernador los trata como empleados suyos. Y no solo con los gremios con los intendentes también. A los jefes comunales los invitó ayer tardíamente para “participar” de la modificación de regalías pero ya está “aprobada” en la Legislatura y les advierte que igual la “última decisión” es de Provincia.


El gobernador es impredecible, lo que no es una casualidad en política ni mucho menos un error sino un aspecto deseable y buscado adrede. Si la conducta es previsible, el adversario adivina la jugada y tiene mayores chances de ganar la pulseada. Este aspecto de no saber cómo o con qué saldrá el Gobernador los tiene pendiente y sin poder saber qué les deparará el futuro, estableciendo la agenda pública y ofreciendo “opciones” para ganar cualquier fuera la elección.

Por Juan Carlos Andrada
Especial para El Aconquija

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