Política

Estamos rodeados de ñoquis: Hoy la señora del concejal

Hoy le traemos otro caso de personas que cobran del Estado sin laburar.

Concejal

El tema ñoqui del Estado no solo se toca los 29, en El Aconquija tratamos esta cuestión todos los días. Hoy le traemos otro caso de personas que cobran del Estado sin laburar. En esta oportunidad se trata de la mujer de un concejal peronista que no presta servicio porque no quiere, lo que habla de la falta de control por parte de la Provincia y del intercambio de favores políticos a cambio de silencio y complicidad. Veamos.

Se trata de Fabiola Flores, esposa del concejal peronista Sebastián Almada que fue nombrada en diciembre del año pasado con un contrato en el Ministerio de Obras Públicas de la provincia pero desde entonces nunca trabajó. De manera que el concejal Almada gana unos 60 mil pesos mensuales y Fabiola 30 mil pesos, ella sin trabajar solo por ser “la mujer del concejal”. Casi 100 mil pesos de recursos públicos. Son las injusticias que muevan a la gente a indignarse.

Fabiola no quiere trabajar y el marido concejal parece que no la quiere molestar, a su vez la Provincia prefiere que estas cosas no se sepan, ya que necesita de los ediles para tirar abajo la ordenanza antiminera en el Concejo Deliberante de Andalgalá. Ahora, si el “negocio” es cambiar una ordenanza para que la señora no labure es muy conveniente para la familia Almada al mismo tiempo que es muy barato para el poder de turno que maneja la billetera. Por el contrario, a nosotros nos cuesta caro.

No olvidemos que los empleados siguen molestos porque los ediles andalgalenses a los 20 días de la asunción se aumentaron el sueldo (incluido el intendente radical Eduardo Córdoba) y ahora no le quieren dar un aumento digno a los empleados que trabajan todos los días, no como la señora ñoqui del concejal peronista. Ni hablar de la pobre tarea legislativa y la falta de ideas de los concejales por lo que les resulta muy complicado justificar el sueldo.

Estamos rodeados, los ñoquis están por todos lados. Algunos más refinados y con mayor vocabulario técnico y aire de oficialistas empedernidos le llama “Punto Índice”. El único requisito es ser amigote de algún político o conocido de la infancia, haber hecho la colimba juntos o ser hijo de algún funcionario judicial o ministro, ser un vago sin capacidad y bastante caradura como para cobrar sabiendo que hay mucha gente que no tiene para comer.

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