Mientras la provincia de Catamarca le hace frente a una crisis sanitaria que amenaza a todos sus habitantes, la Obra Social de Empleados Públicos (OSEP) prepara una fiesta millonaria para despedir el año. Mientras tanto, los afiliados no reciben las prótesis necesarias, tienen que batallar para conseguir la autorización de una receta y sufren la parálisis de los expedientes a falta de dinero.
La noticia llegó como si se tratara de un chiste. La obra social, que tiene 500 empleados solo en San Fernando del Valle de Catamarca, organizó una fiesta multitudinaria, gastando millones de pesos cuando su servicio es deplorable y nadie que sea su afiliado está lejos de toparse con algún problema al momento de requerir asistencia médica. A pesar de esto, en OSEP encuentran motivos para festejar.
Esta no es la primera vez que OSEP incurre en un gasto millonario que no tiene un verdadero impacto en la calidad de su atención. Con anterioridad invirtió cerca de $37 millones en un sistema informático que agilizaría la atención a los afiliados y terminaría con las largas colas que les toma a las personas toda la mañana. Sin embargo, el cambió no se notó y la gente continúa perdiendo su tiempo cada vez que necesita de la obra social. Es decir, no se condice el gasto millonario con la realidad de OSEP.
Junto con este problema también se le suman los problemas para acceder a los remedios, a las operaciones, a las prótesis, las demoras en los tratamientos, la falta de recursos y de pago en los grandes centro de salud de Buenos Aires, Córdoba y Tucumán; la tecnología deficiente y demás cuestiones que son necesarias para las personas y que son esperables de un obra social que todos los meses cumple rigurosamente con el descuento a sus afiliados.
Sin embargo, esta nueva fiesta y permiso para gastar dinero en una innecesaria celebración llegaría como parte del discurso sostenido desde OSEP, quienes se califican como una de la mejor obra social y con mayor cobertura del país. Este pretexto o negación de los problemas reales es el que los avalaría a la hora de gastar $1900 por el cubierto de cada empleado en su próxima fiesta de fin de año, en la cual cerrarán un 2019 plagado de problemas, déficit de asistencia y deterioro de la salud de sus afiliados.
