La mayoría de las veces nos quedamos en “quién” (persona) lo dice y perdemos de vista el “qué” (contenido). Es lo que le pasó al Obispo Luis Urbanc que, en un intento frustrado de emular a Fray Mamerto Esquiú, arremetió contra los poderosos, pero fue condenado por la opinión pública por no dar el ejemplo dejando de lado realidades que enfatizó el Jefe de la Iglesia catamarqueña. Lo peor de Urbanc fue arrepentirse (negación de esas verdades) y la foto con políticos al otro día.
Para analizar el mensaje de Luis Urbanc, lo dividimos en dos. 1) Las verdades terrenales enumeradas por el Obispo como la continuidad de los planes usados por políticos para perpetuarse en el poder, concentración de la riqueza, vagancia de los legisladores, necesidad de observar la ley, personal de salud reventado por la pandemia, situación de los pobres y 2) las verdades religiosas que son núcleo de la doctrina cristiana: “Dios es lo primero o lo más importante” (Verdad absoluta y con mayúscula). Otras expresiones: “el verdadero tesoro es la Virgen, Fray Mamerto Esquiú”.
Urbanc no tenía de qué arrepentirse pero se arrepintió. La pregunta es por qué no redobló la apuesta sobre esas verdades indudables. La negación de lo dicho es terrible porque, desde la perspectiva de los religiosos o creyentes efectivamente no hay nada más importante que Dios. Ni la pandemia, ni la vacuna, nadaaaa. Porque incluso, más allá de tener las 2 dosis, para los fieles Dios decide. “Señor, yo no soy digno de que entres en mi casa, pero una palabra tuya bastará para sanar”.
Para decir y desdecirse, Luis Urbanc apeló desvergonzadamente a Fray Mamerto Esquiú. Le “cantó las 40” a las autoridades presentes el 9 de julio para después negar todo (la doctrina y la realidad política-económica) y posar en una foto junto al gobernador Raúl Jalil. Salvando tiempo y espacio, qué diferencia con figuras inquebrantables que defendieron la verdad hasta la muerte. Por caso Cristo sufrió el calvario y murió crucificado y Sócrates bebió la cicuta para morir envenenado, pero no se arrepintieron. Sostuvieron la verdad por sobre los intereses y las debilidades.
Cómo van a cambia todo. ¿Evolucionamos o involucionamos? Si el líder de la Iglesia, el pastor, la máxima autoridad religiosa se pierde, se arrodilla ante el statu quo, qué puede esperar o pedirles a las ovejas, a los fieles, a los creyentes. Si no es cómo predicó el Obispo, entonces es lo contrario. Cualquier situación mundana es más importante que Dios, los legisladores son ejemplo de trabajo y la concentración de dinero es una bendición. En el nombre de la Corporación, los bancos y la Patria financiera, Amen!
Por Juan Carlos Andrada
Especial para El Aconquija
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