A Raúl Jalil no lo quieren, no tiene empatía con la gente, nunca la tuvo. Su perfil economicista lo presenta frío y distante. Requiere otra vez de Lucía Corpacci para que le levante la mano, como lo hizo cuando fue elegido intendente y gobernador. Ella tampoco quiere ser candidata pero la orden de Nación y la conveniencia demandan de un peronismo unido que sabe que los costos de la pandemia serán facturados al oficialismo. Pero ¿por qué no le conviene ser candidata a Lucía?
Jalil no supo construir políticamente ni erigirse como el nuevo líder del peronismo catamarqueño. Las obras no alcanzan para suplir ese tipo de déficit. En este contexto, el gobierno avizora un panorama electoral complicado aun teniendo enfrente una oposición insulsa y atomizada. El problema es la vacunación que no se hizo y que ahora se hace a las apuras, la pérdida de trabajo, los vecinos aislados que no fueron contenidos, los empresarios quebrados, la inflación, etc, etc.
Ante un escenario adverso, dirigentes peronistas le meten presión a Corpacci para que se ponga otra vez la campaña al hombro, pero a ella no le conviene. Correría con todos los costos de la administración Jalil en las próximas elecciones: gobernar por decreto o a los decretazos, atropello y desconocimiento de las instituciones, marcha y contramarcha en cuestiones de fondo a manera experimental, reformas que solo alcanzó a ser maquillaje, prioridades cambiadas, en otros no menos graves.
Y Corpacci perdería aunque ganara, y luego ¿cómo recuperar parte de ese capital? Comparativamente ya el oficialismo provincial no sacará los votos que en la última elección que oportunamente se nacionalizó. Después que los propios jalilistas van a salir a decir que ella ya no tiene la imagen positiva o no tracciona como antes. Desde que asumió Jalil intenta despegarse de la sombra de Corpacci pero lo sigue como un maldito fantasma electoral.
Lucía Corpacci podría hacer ese sacrificio y correr con los costos del desgobierno de su sucesor, que por otro lado presentó como el mejor siendo ella misma co-responsable de los errores de Jalil que tampoco puede gritar para no contradecirse con el archivo y porque el PJ necesita de la unidad. Lucía no le puede pegar al Gobernador. Si ella es candidata, el tema es cómo recuperar después ese capital político estando en Buenos Aires. Para un dirigente ser legislador nacional es una lujosa beca pero es la muerte política o el fin de la territoriedad.
Tal vez Corpacci sea candidata, a pesar de todo. Es que a Lucía Corpacci tiene un As bajo la manga para jugarlo cuando llegue su momento, encima de la familia o su misma sangre. Gustavo Saadi, el intendente de SFVC, que tiene mayor cintura política (reconocido por propios y extraños) hoy contiene al peronismo que está enojado con el jalilismo. Entretanto, no va a ser una buena elección para el oficialismo y Jalil seguirá siendo “lucíadependiente”.
Por Juan Carlos Andrada
Especial para El Aconquija
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