Una buena acción de un católico devoto santiagueño dejó en evidencia la falta de responsabilidad del Gobierno de Catamarca. En el afán por cumplirle una promesa a la Virgen, un empresario se puso al hombro la tarea de refaccionar la Gruta de la Virgen del Valle, la cual fue abandonada por las autoridades y se encuentra en mal estado. Este fiel creyente estaría llevando adelante las acciones que le corresponderían al propio Gobierno.
La iniciativa inició con un compromiso asumido con la Virgen, de parte de un santiagueño devoto que prefirió reservar su identidad. El hombre, escudado detrás de una empresa, no solo se trasladó desde Santiago del Estero hacia Catamarca, sino que también donó materiales y mano de obra para volver a poner en valor una de las principales atracciones turísticas que tiene la provincia de Catamarca, en la cual abunda el turismo religioso.
Según comentó en diálogo con radio local, su intención no es generar un conflicto con la Iglesia católica, sino al contrario, contribuir con ella. Sin embargo, sus buenas acciones dejan en evidencia la falta de intervención del Gobierno durante todos estos años. Es que el trabajo que se debe hacer en la Gruta es mucho y no podrá ser asumido en su totalidad por este hombre. Desde hace un tiempo que el lugar en donde descansa la Virgen del Valle, descubierta hace 400 años atrás, está abandonado, no tiene agua, los baños se encuentran en mal estado o incluso cerrados, no tiene iluminación, ni seguridad.
En pocas palabras, no es una atracción agradable a los turistas, ya que no ofrece las comodidades básicas que debería tener. Hasta el momento, el hombre inició la refacción de la capilla y llevó adelante la limpieza de las piedras presentes en el lugar. Asimismo, se mostró muy agradecido por la asistencia de la Iglesia, desde donde le suministran alimento, bebida y demás atenciones y adelantó que, el próximo año, la institución religiosa haría una intervención profunda en aquel punto turístico.
Junto con todas estas deficiencias todavía queda un problema del cual este hombre no se podrá hacer cargo, que es la reorganización de los comerciantes que, aprovechando el turismo de la Gruta, se asientan a sus alrededores para venderle a los turistas. La última vez que se hizo referencia a ellos fue cuando el obispo Urbanc lo echó de aquellas tierras, una reacción rechazada que truncó las intenciones del religioso. A fin de cuentas, lo que queda expuesto es la inacción del Gobierno, el responsable de garantizar el buen estado de la Gruta, desaprovechando el negocio del turismo.