El mensaje del Gobernador Raúl Jalil fue lapidario para las expectativas que guardaban los catamarqueños. “Lo peor aún no llegó” dijo el primer mandatario catamarqueño tirando por tierra toda esperanza en relación con la política salarial y la emergencia sanitaria por el avance del dengue y el coronavirus. Tal vez Jalil dijo una gran verdad que nadie quiere escuchar sobre todo si la falta de gestión a nivel provincial y nacional van acorde a las graves circunstancias.
Los primeros 100 de la administración peronista provincial han sido un fracaso, con este antecedente encaramos el dengue y coronavirus. Sin poder mostrar gestión y solo apelando al marketing de fotos, el primer mandatario catamarqueño se dedicó a viajar por el mundo, lo que se suma a que la economía argentina no arranca por los motivos que el Presidente Alberto Fernández abunda en excusas en todos los medios.
El gobernador dijo que “el mundo es una aldea” para significar que es imposible sustraerse a las contracciones económicas del planeta y que el eco del terror que genera el coronavirus llegará tarde o temprano con sus consecuencias mortales. Sin recursos económicos, nos enfrentamos a una sicosis social por el COVID-19 porque el Gobierno asusta más con sus improvisaciones y reacciones tardías que el virus mismo.
La posibilidad de estar peor
Anunciar que vamos a estar peor fue un mensaje duro y contundente, seguramente que no era lo que la gente quería escuchar. Luego de su gira por el mundo, los catamarqueños esperaban que Jalil dijera que habría aumento de sueldo para los trabajadores y que estábamos preparados para el COVID-19. Pero no, el sincericidio oficial fue resonante o la verdad anunciada parece en calidad de chamán visionario.
No se puede afirmar si dolió más la noticia de que no habrá aumento salarial para nadie o que la situación epidemiológica tendrá una magnitud negativa más alta de lo que la gente imagina. Una cosa va ligada a la otra. Mientras se toman consciencia del dengue y el coronavirus hay que hacer frente a las urgencias diarias de correr a la farmacia o al supermercado. “Estamos mal pero estaremos peor”, a muchos les sonó como el fin del mundo.