Hoy 4 de julio se celebra, como todos los años, el Día Nacional del Médico Rural. Fecha que recuerda el nacimiento de Esteban Laureano Maradona, médico ejemplar que mostró en reiteradas ocasiones su amor por la profesión y su desinterés por el dinero. Es buena ocasión para saludar, felicitar y reconocer a todos los profesionales que, sobre todo en este año de pandemia, salvan vidas en todo el país recorriendo inhóspitos lugares. Aquellos a quienes los mueve el deseo de ayudar a los más necesitados, sin importar las condiciones.
Esteban Laureano Maradona
Nació un día como hoy pero en 1895 en Esperanza, provincia de Santa Fe. En 1926 se graduó de médico en la Universidad de Buenos Aires, obteniendo diploma de honor. De ahí viajó a Chaco donde pusó un consultorio. Al tiempo se mudó a Isla del Cerrito, para atender los numerosos casos de lepra que aquejaban a la provincia. Luego fue a Paraguay, a ser parte de la Guerra del Chaco Boreal. En esta ofreció sus servicios de médico, y aunque estuvo preso un tiempo porque sospechaban que era espía, se convirtió en director de un hospital.
Terminada la guerra, Maradona regresó a Argentina, y se dedicó a lo que sería su destino, ser médico rural. Se asentó en Estanislao del Campo, en el kilómetro 240 de la ruta nacional N° 81, en una comunidad de indígenas. Allí instaló su casa-consultorio. Sus biografías recuerdan que atendía mayormente gratis, y cuando cobraba era muy poco. Lo llamaban Piognac que en pilagá significaba Dr. Dios.
Por su noble y desinteresado trabajo médico y humanitario, fue nominado varias veces para el Nobel. A lo que él respondía: “No quiero recibir el Nobel. Y si me obligaran, donaría todo el dinero para la niñez. Porque, una vez que yo parta, no quiero que quede un solo chico sin saber leer, escribir y sin atención médica. Ellos son los verdaderos dueños del país”.
“El médico de los pobres”, lo llamaban popularmente. Murió a los 99 años en la ciudad de Rosario, Santa Fe, el 14 de enero de 1995. Entre sus escritos dejó esta reflexión para la prosperidad: “Se dice que vivir en austeridad, humilde y solidariamente es renunciar a uno mismo. En realidad, es realizarse íntegramente como hombre en la dimensión magnífica para la cual fue creado.”