Una cosa lleva a la otra, por eso es mejor que los organismos no sean centro de atención porque, a pesar de vivir de reforma en reforma, cada tanto saltan los escándalos por noticias que permanecen escondidas detrás de la burocracia y la pauta oficial. El Aconquija pudo saber que, el ministerio de Desarrollo Social encima que da poco en comparación con la necesidad, ahora manda a militantes a controlar y retirar la mercadería “sobrante”. Una nueva modalidad que requiere explicación oficial.
El caso es que el proveedor deja la mercadería para que cocinen en los barrios y luego militantes que supuestamente responden a la secretaria de Inclusión y Economía Popular, María Argerich, se hacen presentes en cada comedor haciendo el papel de policía, es decir vigilan y controlan. Hasta ahí todo bien, el problema es que se llevan lo que queda o supuestamente sobró, vaya a saber para qué, cuando lo que quedaba formaba parte de otra comida.
Así es, antes juntaban todo lo que quedaba en la semana y cenaban una noche, entre el menú la alternativa era sopa, carbona o guiso, precisamente con ese sobrante que ahora se llevan por orden de Argerich. Es muy probable que el gobernador Raúl Jalil esté desconociendo está situación que puede corregirse pero es improbable que no tome medidas de fondo porque su liderazgo está menguado y no quiere más problemas que lo que ya tiene con el coronavirus. Ya con la mujer que se quemó a lo bonzo hay muchas cosas que ocultar.
La pregunta es dónde va esa mercadería de Desarrollo Social que supuestamente está pagada y con destino exclusivo para los comedores. Acaso le dan esas sobras a otras personas, o es una suerte de pago para los dirigentes que responden a Argerich por eso están tan interesadas en controlar y llevarse la mercadería de los comedores. Si así fuera, los mandados por la funcionaria no dejan una papa para los impotentes vecinos, ya ni las migajas se salvan de la rapiña oficial.
Esta desagradable acción no tiene sentido en momentos en que no hay presupuesto que alcance para sostener la necesidad de comida en los barrios. Se pide para “x” cantidad de comensales pero siempre falta comida o llegan más personas a los comedores por lo que se le saca un poquito a cada plato para enterar uno más. Aunque los funcionarios no lo entiendan, las sobras son importantes, cualquier mamá sabe que eso sirve para tapar el ruido de las tripitas cuando la panza habla.
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