Semanas atrás fue noticia el amplio operativo que se desplego para concretar el rescate de la última daguita, doña Lorenza. Miembros de diversos órganos de la provincia se movilizaron y hasta se pudo conseguir un helicóptero para asistirla. Ese fue en grandes rasgos el relato que llego al oído de todos, pero días atrás los trabajadores de Defensa Civil de Fiambalá relataron a lo que se enfrentaron.
Por medio de un posteo en Facebook uno de los convocados para asistir a doña Lorenza en Fiambalá relato la precariedad con la que se encontraron a la hora de emprender sus tareas. En el relato se da nota de las carencias a las que se enfrentan los quipos de Defensa Civil en cada una de sus misiones. Desde falta de alimento y de abrigo hasta el temor por un posible congelamiento forman parte de esta cruda historia.
En ningún momento del relato los protagonistas dan nota de esto como una queja, por el contrario, lo transmiten en forma de memorias. “El día domingo 27 fui convocado una vez más por Defensa Civil y Bomberos Voluntarios de Fiambalá a una emergencia”, inicio el posteo. En continuación cuenta como les llega la noticia y el estado en el que se encontraba doña Lorenza. Al conocer esa información, a la una de la madrugada emprendieron la subida a la montaña.
El relato de los voluntarios de Fiambalá
“La luna era nuestra compañera nos iluminó por unas 3 horas más o menos hasta que se nubló completamente. Empezó a caer agua nieve y nieve y la temperatura descendió a -15 grados aproximadamente. Se hizo muy cruel el frío”, escribió. ” Se nos congelaban los cuellitos las bufandas, el pelo que quedaba fuera de los gorros se hacía unas velas de hielo, las mochilas con hielo, las camperas congeladas”, describía a lo largo de los párrafos.
En partes de la noche prendían fuego para mantener el calor, pero no se quedaban quietos mucho tiempo ya que “corríamos el riesgo de perder temperatura corporal y podríamos sufrir congelamiento o hipotermia”. En este sentido contaban como las nubes iban a su par y limitaban su visión, por lo cual todo el camino en la madrugada fue realmente duro, entre la nieve y el frio desgarrador.
“Llegamos a las 09:00 horas al lugar completamente despejado y con sol, pero muy frío. Lorenza ya era asistida (…) y ya habían logrado estabilizarla que era muy importante eso”, sostuvo. Luego conto que llego el helicóptero, subieron a la anciana y la vieron irse. “Personalmente fue un momento de emoción”, explico y agregó que al ver toda la escena “no pude evitar ponerme triste y se me cayeron unas lágrimas. Así vi a varios de mis compañeros con esas lágrimas en los ojos de felicidad y tristeza”.
