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Icaño: becados limpian sala Covid-19 y vacunan pero hacen changas para sobrevivir

El intendente Pio Carletta paga cuando quiere.

En Icaño pasan cosas muy tristes. En medio de una pandemia, becados limpian la sala Covid-19 y vacunan pero hacen changas para sobrevivir. Son becas municipales que el intendente Pio Carletta paga cuando quiere o tiene ganas. Los trabajadores pasan a cobrar pero no les dan comprobante. El hecho de prestar servicio en el hospital reduce otros vínculos laborales por temor al coronavirus. Las autoridades del centro de salud local casi no están o no aparecen.


Algunos trabajos son esenciales pero el reconocimiento o compensación por esa tarea no se materializa en la práctica. Hoy es la pandemia pero, hay trabajadores de la salud en Icaño que están becados o precarizados hace 10 años o más. Se suponía que la emergencia sanitaria iba a poner las cosas en su lugar, transparentando, normalizando, regulando las injusticias que vienen padeciendo el personal sanitario pero –increíblemente- eso no ha sucedido.


¿Cómo se vive con 4 mil pesos mensuales? ¿Cómo subsistir varios meses sin cobrar? Con ayuda de la familia, haciendo changas, limpiando casas, pidiendo prestado, los pobres conocen varias formas de patear las necesidades hacia adelante pero la situación de vulnerabilidad persiste y se profundiza. Es como si el derecho a un trabajo digno y a un sueldo digno en Icaño fuera solo un discurso que reaparece en cada año electoral para burlarse en la cara de los ciudadanos.

Tener personal informal supone que ante un accidente no tienen cobertura de ningún tipo pero ahí recién se preocupan prometiendo formalidad y responsabilidad. Sin embargo, la experiencia marca que, una vez que el susto pasa, dejan todo como estaba sin preocuparse por las promesas hechas en el apuro. Como si fuera poco los amenazan con quitarles el trabajo. Por eso las situaciones personales e institucionales no cambian. Los políticos no tienen palabra.


El Director del Hospital es Jorge Monta y hay también una vice de apellido Zalazar. Si no están o van poco al nosocomio, se hace difícil poder sentir empatía o solidarizarse con esa gente que le pone el pecho y se juega la vida diariamente. Es fácil manejar todo por teléfono pero no terminan entendiendo el sacrificio ni puede ponerse en el lugar del otro, que también tiene mamá, papá, hijos, hermanos. Parece que la ministra de Salud, Claudia Palladino, tampoco puede hacer ese ejercicio.

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