Nos mal acostumbramos a que los funcionarios nombrados en cargos importantes comiencen o finalicen sus mandatos asegurando que es “todo un aprendizaje”. Con profesiones que nada tiene que ver con el puesto que ocupan se la pasan “aprendiendo” sobre Educación, Producción, Minería, Ambiente, Cultura, por mencionar solo algunas áreas. Por caso, para estar al frente de la política minera o conducir la cartera educativa pusieron a dos abogadas pero, al parecer, el contexto actual es un muy mal momento para recién ponerse a aprender materias delicadas que nos urge a los catamarqueños.
Mi abuelita diría “zapatero a su zapato”, mi abuelo tarareando el tango repetiría “lo mismo un burro que un gran profesor”. Andrea Centurión por ejemplo es abogada y estuvo en Asuntos Municipales. De educación o del sistema educativo no tiene la más pálida idea. Sin duda, es cosa bien distinta negociar con los intendentes que con los gremios educativos. Sin embargo, aquí habría que aclarar o recordamos que, la doctora Centurión ni siquiera negoció con los jefes comunales, lo hacía, lo hace y lo hará directamente Jalil, en su perfil de manejo absoluto del poder.
En definitiva, los funcionarios “algo aprenden” al final de su mandato sobre el ministerio o secretaría, pero el costo de oportunidades es altísimo, ni hablar del tiempo perdido para la sociedad. ¿Si soy abogado/a, qué tan difícil puede ser manejar la Educación de la provincia? Así que estamos costeando la capacitación virtual (modalidad pandemia) de estos genios o campeones de la política para que continúe el manoseo en Educación, Minería, Medioambiente, Producción, etc, etc. Se pierden de vista los objetivos y las prioridades, después se queja el Gobernador Raúl Jalil del dolor de cabeza.
Es que es imposible que un área clave del Estado funcione si los funcionarios elegidos van a aprender recién o van a ver de qué se trata esto. Es lo mismo que un docente tuviera la osadía de presentarse para cubrir algún cargo como funcionario en el Poder Judicial con poder de decisión para alternar o modificar el funcionamiento del sistema judicial. Si bien la justicia en Catamarca da pena, los letrados difícilmente lo aceptarían porque darían cientos de argumentos en contra. Un médico puede aprender a techar pero Usted no le encomendaría la parte superior de su casa o los cimientos al doctor, tampoco se haría operar de apéndices por un albañil aunque al obrero le encante la medicina porque su sueño fue estudiar para “doctor”.
El caso es que, mientras Ambiente estaba a la deriva en la gestión Corpacci, el contador a cargo aseguraba que había aprendido mucho. Con la producción en picada, el ingeniero electrónico aprendió también de tomates y camélidos. Una licenciada en Trabajo Social aprendía lo que era la Cultura catamarqueña. Ahora, la abogada a cargo de Minería sigue tratando de ponerse al día con la pequeña tarea. Hoy otra doctora en leyes para conducir Educación.
No dan los tiempos para ponerse a estudiar de cero y ser un gran ministro/a. Difícil que funcione así. En realidad, no funcionan. Son tan genios que las cosas empeoran siempre, o van de mal en peor.
Por Juan Carlos Andrada
Especial para El Aconquija
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