Opinión

Los “descartables” de Icaño

¿A quién se le ocurre tener héroes precarizados?

Icaño

La respuesta oficial no puede ser apretar o amenazar al trabajador cuando es el gobierno el que está en falta. En Icaño, trabajadores de la salud cobran como indigentes hace más de 10 años, encima ahora los quieren echar por hacer público tamaña barbaridad política. Parece una contradicción pero para los políticos se trata de empleados “esenciales prescindibles”. Es decir, necesarios pero desechables, descartables. Qué mal acostumbrados están.


¿A quién se le puede ocurrir tener héroes precarizados? A Carletta (intendente de Icaño), a Monta (director del Hospital), a Palladino (ministra de salud), a Raúl Jalil (gobernador de la provincia). Los becados sostienen el sistema sanitario pero el valor de su sueldo es menor que el gasto que la autoridades tienen con sus mascotas en peluquería y pedegree o en mantenimiento de sus vehículos de alta gama. No estaría tan mal lo segundo pero está pésimo lo primero, es decir la “negreada” por años.


Mañana será una reunión clave para el futuro de los trabajadores precarizados y para las autoridades también. Si deciden avanzar con represalias, abren un frente de conflicto innecesario en año electoral con un tema tan sensible como la salud donde los responsables de dirigir o dar las órdenes llevan todas las de perder porque no hay forma de justificar una década (y un poco más) de aprovechamiento de la necesidad de esos trabajadores que dejan en alma en el hospital. ATE ya comprometió su presencia.

Los trabajadores se resisten a dejar su fuente laboral porque sería tirar año de trabajo y esperanza a la basura. Más allá de la ingratitud de las autoridades, los becados se encuentran en una coyuntura propia de la época. El dicho reza “entre la espada y la pared”. Volcado a la práctica seria que están entre morirse por el alto riesgo que implica trabajar en el hospital con pacientes covid-19 y morirse de hambre por los miserables 4 mil pesos que las autoridades de Icaño pagan -descarada y despreocupadamente- cuando quieren.


Por Juan Carlos Andrada
Especial para El Aconquija

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