Ya habíamos llamado la atención sobre la censura o la falta de libertad de los empleados públicos en las redes sociales. Pero todo el mundo sabe que lo forzado no tiene futuro. Obligar a poner Me gusta o Compartir no significa más votos. En Los Altos, la ingeniería electoral consiste en hacerlos poner “Yo voto a Rafael” contra su voluntad o aprovechándose de la necesidad. Rafael Olveira debería tener cuidado a lo que llaman “psicología inversa”.
No debe haber peor estrategia en cualquier área de la vida que obligar a alguien. Lo más probable es que salgo lo contrario. Además, es poco democrático. Se trata de persuadir, convencer. Comprender al vecino desde “sus ojos” para descubrir cuáles son sus prioridades, no las que entiende y pretende imponer el intendente. Los funcionarios perdieron la capacidad de asombrarse ante lo simple porque viven en otro mundo con muchos lujos.
Es una cuestión de respeto. Hoy todos quieren opinar y tener acceso a la información. Tienen sueños. El candidato que quiera conseguir votos no ganará la elección si solo se ocupa de extorsionar al elector con posteos forzados, dádivas y becas. El cálculo de la patronal no es bueno para estos tiempos, los pobres son menos sumisos que antes. Aún habiendo hecho algo por ellos, no votan por gratitud sino por esperanza.
Si el intendente Rafael Olveira los obliga, puede que esté desatando el sentimiento contrario. Figura como un apoyo, pero en realidad tal vez lo detestan. Alimenta el resentimiento o una animosidad innecesaria. Es sicología inversa. Si los electores sienten que el otro candidato, en este caso Raúl Barot, puede hacer algo por ese atropello a la libertad de los alteños, el joven contador podría cosechar esos votos que viene como empujados del otro lado.
La antipatía o simpatía por el candidato entra en un juego emocional del elector que sin duda tiene un montón de contradicciones. Pero, siempre, la primera pregunta de las encuestas es ¿el candidato fulano de tal “le cae bien” o “le cae mal”?. Es que, cuando el candidato cae mal, no hay forma ni argumento racional que de vuelta esa opinión, o es muy difícil. Porque precisamente lo que hay que ganar es el corazón de la gente. Y, nunca, nadie, ganó jamás, un corazón a la fuerza.
Por Juan Carlos Andrada Especial para El Aconquija.
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