Tras asegurarse un puesto como diputado provincial, el saliente intendente anti minero de Andalgalá, Alejandro Páez, deja detrás un municipio deficiente y con las cuentas en un alarmante rojo. Y es que las elecciones no solo trajeron nuevos gobiernos a nivel municipal, provincial y nacional, sino que también dejaron a la vista la herencia de muchos de los jefes salientes.
De esta forma, el intendente que asumirá el 10 de diciembre, el Ingeniero Eduardo Córdoba, se encontrará con un municipio con los números en rojo, la cancelación de un importante festival cultural y una gran cantidad de nombramientos políticos que no podrá mantener. Junto con esto, también tendrá que lidiar con el descontento de los habitantes, de los trabajadores municipales y de aquellos a quienes se les había prometido un puesto.
Así, el Ingeniero tendrá una importante tarea por delante. En principio, tendrá que controlar las protestas, cortes de calle y de rutas, y manifestaciones que se vienen dando durante los últimos meses. A partir de allí, su misión será equilibrar el municipio y resolver los problemas que dejó Páez.
Si bien esta es una realidad que se da en más de un municipio, en Andalgalá es diferente ya que se trata de un intendente saliente y un intendente entrante, que pertenecen casualmente al mismo espacio político. Es decir, no hay o no debería haber competencia ente ellos, más bien compañerismo.
Córdoba llegó al poder, aunque por pocos votos de diferencia, con un discurso antiminero y llegó a pesar de la mala administración de su compañero de espacio. De esta forma queda reflejado el temor de la sociedad al proyecto Agua Rica, apoyado por el Frente de Todos. Esta posición fue la misma que esgrimió Páez en su momento, sin embargo, a lo largo de su gestión no se llevó adelante ningún proyecto medio ambiental, y los sectores de turismo y producción no se desarrollaron como se había prometido.
