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Política

Abandonado por Corpacci y cubierto por Jalil: lo que no se dice del Estadio Bicentenario

Las actitudes contrarias de ambos dirigentes y el trasfondo político y económico del Estadio.

El Estadio Bicentenario lidera el podio en la lista de los fracasos y desilusiones que le produjo a los catamarqueños su propio gobierno. Como todos sabemos, el Estadio se encuentra en condiciones deplorables, abandonado, hundido y siendo el símbolo imponente de la desidia en Catamarca. Ahora, el nuevo gobernador muestra una actitud muy diferente a la de la exgobernadora, y viene con nuevos aires de perdón y de reconstrucción.

En su momento, Corpacci, recién asumida en sus tareas al mando de la provincia, recibió al estadio sin considerar y estudiar bien la situación. Los vicios ocultos y las fallas no fueron detectadas por el estado,víctima de una estafa, y los empresarios cobraron el dinero, sin hacerse cargo de los problemas posteriores a la entrega. La responsabilidad del fiasco en esta obra millonaria recae en ella y en sus funcionarios que no estuvieron a la altura de las circunstancias. El estadio nunca debió haber sido recibido. La construcción del estadio fue hecha con regalías mineras en la gestión de Del Moral.

La empresa a cargo de la obra es la empresa Capdevila, conocida en Catamarca, por sus trabajos al gobierno. Actualmente, el estadio está hundido ya que su base no es apta para semejante estructura, y porque no fue bien compactado el terreno cuando correspondía. La declaración del estadio como Inseguro, no habilita al lugar a ser utilizado deportivamente ni para la realización de espectáculos.

Es decir, una obra millonaria que lleva 8 años de inutilidad y de dejadez. A su vez, el misericordioso Jalil pretende poner una especie de manto de piedad y olvidar las culpas, haciendo que los catamarqueños vuelvan a pagar algo que ya pagaron. Este acto piadoso es fruto de que los culpables son de su mismo brazo político y no quiere embarrar su propia cancha, no es una cuestión de proactividad y responsabilidad, sino un tapado de baches.

Curiosamente, la empresa Capdevila tiene todas las de ganar en esta historia. Hay probabilidades de que quede exenta de responsabilidades, y que nadie sea castigado por el fracaso, ya que el error corresponderá judicialmente al Estado. En realidad, los catamarqueños deberían ser resarcidos y no forzados a perdonar y olvidar errores pasados. El gobierno judicialmente no tiene posibilidades porque hizo las cosas mal, y ahora, además, descartarán culpables.

Cabe destacar que la familia Capdevila lejos de ser penada, fue premiada, recibiendo a uno de sus miembros en el ANSES como titular, por ser un referente macrista. También, resalta la falta de conocimiento o de consideración sobre las ventajas turísticas y deportivas que proveería un estadio como el que se debería haber hecho. Un gran estadio podría haber sido bueno para toda la provincia de Catamarca.