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Política

El reconocimiento tardío del catamarqueño Carlos Malbrán: reflejo de la desidia institucional

El doctor Carlos Malbrán, el hombre que más hizo por la salud pública en la Argentina y que cobró relevancia por esta pandemia mundial, nació en Andalgalá. En su cuna natal, no hay un barrio, una calle, una plaza, un museo, que lleve su nombre. Apenas una escuela en Chaquiago. Los intendentes que pasaron en las últimas décadas estuvieron más preocupados por cobrar regalías mineras que por reivindicar hombres de esa talla. Tampoco se sabe dónde están sus restos.


Carlos Gregorio del Carmen Malbrán nació en 1862 en Andalgalá (Catamarca). Estudió en la Facultad de Medicina de la UBA, publicó varios ensayos, escribió 10 libros, fue legislador nacional, corresponsal de Diario La Nación. Malbrán fue el principal propulsor de la salud pública en Argentina, actor fundamental en la creación del Instituto Nacional de Microbiología que más tarde llevaría su nombre: “Carlos G. Malbrán”.


Conferencista internacional en representación del país. Destacado por su formación permanente y su intensa actividad. Sus temas eran las principales enfermedades contagiosas y parasitarias, incluyendo la peste bubónica y la malaria. Escribió sobre sífilis, dermatología, lepra, paludismo, higiene alimentaria, difteria, vacunas, tuberculosis, legislación sanitaria y medicina legal, sanidad marítima y ejercicio de la medicina.


En 1886 Malbrán fue enviado por el Gobierno nacional a combatir un brote de cólera en Mendoza. En 1888 fue enviado para estudiar el uso de los sueros contra la tuberculosis y la difteria en el Instituto de Higiene de Múnich. En 1910, como senador nacional por Catamarca impulsó la aprobación de leyes relacionadas con la salud pública, entre ellas la de vacunación obligatoria. Ahora, tras la pandemia, a las apuradas le pusieron su nombre al hospital monovalente de SFVC.

Carlos Malbrán, el médico que hoy está en boca de todos por el CV-19 y porque la provincia mantiene el Caso Cero, estuvo olvidado, tanto en Catamarca como en Andalgalá, su pueblo de origen. A veces los reconocimientos llegan tarde, tanto que ni siquiera se conoce dónde está su cuerpo. Mientas la hipocresía se hace lugar, hay versiones que incluye desidia de instituciones y un negocio que podrían ocultar la verdad para siempre sin poder dar jamás con sus restos.