La formación policial es tema de debate permanente. La politización de la policía ha sido la ruina institucional. Hay de todo también en la fuerza, tanto honrosas excepciones como camadas de efectivos que son delincuentes con uniforme. La “vieja guardia” lo sufre y lamenta la falta de vocación de muchos aspirantes que entran por la ventana con algún contacto político sin saber ni siquiera redactar lo que los vecinos pueden comprobar en una simple denuncia policial.
La pandemia ocupó toda la agenda pública y el Caso Cero de CV-19 puso de relieve el trabajo policial y sanitario en Catamarca pero tampoco se puede tapar el sol con un dedo. Muchas transgresiones a la cuarentena también fueron noticia por ser los mismos policías que estaban de fiesta en sus casas mientras estaban de franco o porque no podían justificar su permanencia en la calle sin otro motivo que haber ido a comprar un vino en el kiosco del barrio.
No sabemos qué es más grave, si los negocios espurios, que publicamos en reiteradas oportunidades en El Aconquija, por parte de policías corruptos o el hecho de que no sepan redactar una nota o denuncia. Esto implica que no leen lo que escriben, o que el denunciante puede terminar firmando cualquier cosa, documento que luego puede serle inútil o volverse en su contra si el vecino no abre los ojos antes de salir de la Comisaría.
En Santa María, las quejas son porque los comisarios no brindan información a la sociedad generándose una suerte de mito o incertidumbre en torno a cada hecho delictivo. De manera que, si no hacen conferencia de prensa y tampoco saben redactar, imaginemos los “partes de prensa” que pueden emitir. Esa reticencia a informar no es poca cosa debido a que no solo es un derecho de los ciudadanos sino una obligación de las autoridades.
Pero, rescatemos también a los efectivos, comisarios y policías que quieren la institución y que siguen sintiendo lo mismo cuando izan la bandera o cantan el Himno Nacional acentuando siempre que la Patria es primero, que la vocación es irreemplazable y que la fuerza no es una bolsa de trabajo para que los políticos metan pibes que fracasaron en otras carreras, que no tienen otra alternativa y que incluso pudieron sortear que tienen “antecedentes” que predicen los resultados.
Juan Carlos Andrada