Con la impunidad que da tener la sartén por el mango, al oficialismo no le preocupa ser transparente en la utilización de fondos públicos y, si por casualidad alguien hace un pedido de informe y reclama información que debería ser pública, automáticamente se convierte en un opositor al Gobierno y al “progreso” de Catamarca. El ministro de Turismo y Cultura, Luis Mauvecín, ya tiene mucho que explicar del autocine y los negocios del Poncho virtual.
Con la excusa de que la gente necesita distraerse, de que la comunidad está cansada de la pandemia, los funcionarios encontraron una nueva veta para hacer negocios, la virtual. Así, la sociedad termina festejando “logros” oficiales cuyos números se esconden y que, si se conocieran, terminarían develando maniobras de corrupción, tal como sucedió con el Himno nacional andino de Juan Ignacio Molina donde facturó hasta la madre del músico.
El Autocine es todo un misterio y sobre el Festival del Poncho ya se tejen diversos negocios que, mejor que no trasciendan, demasiado desánimo y preocupación genera el CV-19. Por eso el ministerio de Turismo y Cultura prefiere guardar bajo 7 llaves dicha información, no queremos agregar preocupación a la pandemia mundial. Hasta que no pase la emergencia sanitaria, se disfruta lo que se puede, después veremos, tampoco vamos a inquietarlos superado el CV-19.
Todo se aggiorna. La corrupción también. Antes se pagaba sobreprecio por el escenario, se lo traía de cerca y se pagaba más caro, se descartaba lo mejor y más barato. Ahora el robo pasa por los soportes técnicos, software, programas virtuales. Por caso, OSEP compró un nuevo sistema ineficiente que costó la friolera cifra de 38 millones de pesos pero más lento que el software anterior y cuyo importe millonario no ha mejorado para nada la atención en la obra social estatal.
Dicen que el diablo no duerme, agreguemos, tampoco o menos en pandemia. La enfermedad ha sido excusa para multiples atropellos y negociados. Con esa misma excusa la justicia duerme relajada esperando que pase el CV-19 para reactivarse, los organismos de control no tiene nada qué hacer. Los políticos pasaron de ladrones de guantes blancos a ser ciberdelincuentes. Ahora, aparte de cuidarse las uñas largas también se preocupan por tener un buen caudal de internet.
Juan Carlos Andrada