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La Chilca puede perderse con la nueva ruta

La Chilca es un monumento natural hecho a pico y pala, una obra ejecutada con los mejores picapedreros de la época, hablamos del año 1900.

CATAMARCA.- (Por Juan Carlos Andrada) Es natural en la vida ir perdiendo cosas con el paso del tiempo, personas, amigos, negocios, trabajo. Duele perder pero a veces es inevitable e incluso necesario. La pandemia mundial nos está golpeando por todos lados, y tal vez por eso cualquier pérdida nos afecta más que antes. Hoy se habla de un nuevo trazo que podría dejarnos sin la cuesta de La Chilca. Ya sé, no es para tanto. Pues, para muchos de nosotros sí. De entrada ya se me piantó un lagrimón.

La Chilca es un monumento natural hecho a pico y pala, una obra ejecutada con los mejores picapedreros de la época, hablamos del año 1900. Su bagaje cultural es enorme. La cuesta está ubicada en Andalgalá y es tránsito obligado entre Catamarca y Tucumán pasando por Aconquija (Las Estancias). Al principio a los aventureros y emprendedores les llevaba 5 días hacer el recorrido y hasta animales se transportaba pues comían en el camino.

No faltarán los místicos o los supersticiosos de lo sobrenatural que recordarán las luces abajo transitando en la cuesta de un vehículo que al final nunca cruzaban o la historia de los policías que veían a una “personita” subirse en la caja de la camioneta. A los viejos empleados de Vialidad Provincial que habitaban el Campamento en La Chilca les sobra historias fantásticas para contar.

El chofer de colectivo era un personaje preciado porque el camino de cornisa era demasiado angosto y requería de una suerte de superhéroe al volante. En cada curva implicaba sacar la trompa del vehículo de cara al precipicio. La empresa Gutiérrez comenzó con Don Vicente (foto) y se extendió hasta la cuarta generación (Miguel Ángel, Miguelito y Mauricio). El colectivo era el diario, el “paquete”, la plata, las gallinas. El trueque era común.

¡Qué lo tiró! ¡Qué épocas! Casi los escucho: ¿Dónde va? “Ahicito” o “sujete, sujete” (acá me bajo). Era apasionante viajar por la Chica. Viajar lo eso pero esta cuesta genera mucho respeto por su historia, lo que requiere el turismo hoy. Tantos años que se volvió parte de nosotros. Es más que recuerdo. Somos la Chilca. ¿Ahora se entienden las lágrimas? Son lágrimas de alegría por el nuevo trazo y de nostalgia por temor a perderla del todo.