A casi dos meses de que se conociera el caso que conmocionó a Tucumán, Sol, madre la niña violada de 11 años y sometida a una microcesárea, contó cómo sucedió el hecho que cambió todo. Ellas – Sol y Lucía– habían pedido la interrupción legal del embarazo pero los médicos retardaron el proceso y la obligaron a parir.
“Sol” (nombre ficticio) relató que los médicos del Hospital Eva Perón demoraron y obstaculizaron el aborto. La mujer afirmó que el titular del Sistema Provincial de Salud (Siprosa), Gustavo Vigliocco, insistió para que “Lucía” siga con el embarazo. Le decía que la niña se iba a morir si abortaba el bebé; le pidió que “aguante” hasta los siete meses de gestación; le propuso adoptar y criar al bebé y hasta construirles una casa.
“Cuando me enteré que mi hija estaba embarazada, tiritaba de los nervios, de miedo. Al principio pensé que me podía hacer cargo de esa bebé. Pero después mi hija me dijo que no, que no quería saber nada y yo me terminé de convencer. Ella en ningún momento lo ha querido. Y yo no quería criar una niña en medio de un odio, de un desprecio, no me iba a sentir bien a cargo de una criatura que no haya sido querida, que no haya sido deseada y que sea odiada por su madre que es mi hija de 11 años” dijo Sol en una entrevista publicada en el diario La Nota.
El 7 de febrero, en un nuevo control en el Hospital, una de las dos instituciones que realiza Interrupciones Legales del Embarazo (ILEs) en la provincia, Sol pidió por primera vez que le realicen un aborto. Cuatro días después, el 11 de febrero, fue ante María del Carmen Reuter, a cargo de la Fiscalía Especializada en Delitos Contra la Integridad Sexual . En el hospital le habían dicho que tenía que denunciar el abuso sexual antes de solicitar el aborto, cosa que no exige la ley.
El secretario del Siprosa, Gustavo Vigliocco le dijo a Sol que Lucía si se hacía un aborto podía morir desangrada. ” (Vigliocco) me dijo que la matriz de mi hija era gruesa, que estaba llena de coágulos, que al cortarla se podía morir desangrada y que yo iba a llevar una carga de conciencia. Llorando le decía que haga todo lo posible para que mi hija no se me muera”
“Él me decía que esperar hasta los siete meses era la única solución. La criatura ya iba a tener madurados los pulmones, iba a nacer bien y mi hija no iba a correr peligro” contó Sol. Y agregó “yo le decía que no, porque ella no quería tenerlo. A lo que Vigliocco respondió: “si no querés darlo en adopción, te prometo que me hago cargo del bebé. Lo voy a criar como mi propio hijo”.
“Aguantá mamita, que a los siete meses te prometo hacerte tu casa. Vas a tener toda la comodidad que tu hija se merece”, dijo. La madre de Lucía contó la autoridad del SIPROSA fue a 7 de abril, pueblo donde vive Lucía, a pedirle al delegado comunal que me hagan la casa. “Yo tenía tres piezas de material y una casilla machimbrada. A la casilla la han destrozado, me la han destechado y ahora no tengo las puertas ni las ventanas. No han ido nunca más” afirmó angustiada Sol.
El cura de 7 de abril también hostigó a la Lucía y a su madre “A mi hija (el cura) le decía que ella lo tenía que querer (al bebé). Ella le respondía ‘no lo quiero’. Él le contaba la historia de la Virgen de Guadalupe. Ella le gritaba para decirle que no se le arrime y él lo hacía igual para hacerle cruz en la frente. Él me decía que Dios no dice que se maten (bebés), preguntaba por qué no lo daba en adopción. Me decía cosas que no tenía por qué decir si era un cura” señaló la madre la niña.
El día que le realizaron la micro cesarea, las hicieron padecer. “Me dijeron que me estaba esperando un remis para que a mi hija la trasladaran a un sanatorio para que le hagan el aborto. La doctora Tatiana me dijo que no había equipos. Le consulté a la abogada y me recomendó que no firme el alta. Me negué a salir y se empezaron a mover. Me dijeron que no le dé de comer ni nada líquido porque podían operarla esa noche. Eran las 23 y mi hija lloraba. Le untaba gasita y le hacía pasar por la boca. La hacía jugar con enfermeras, con sillitas, con juguetes”.
“Así estuvimos hasta que a las doce llegaron la doctora Cecilia (Ousset) y el doctor (José Gigena). Sólo yo sé lo que mi hija ha sufrido. Ella se empezó a poner morada, tenía 170 de presión. Yo lloraba a gritos y recordaba las palabras del doctor (Vigliocco), que me había dicho que se iba a morir. Pero le doy gracias a Dios y a los médicos que mi hija nunca perdió tanta sangre como él me decía. Si no hubiera sido por los doctores no sé si ella estaría con vida” relató la madre.
Por último, Sol comentó que aún no tiene la tenencia de Lucía .” Tengo una tristeza muy grande. Mi hija quiere volver conmigo… (llora) y le tengo que decir que tiene que esperar”.