La semana pasada publicamos la venta de ropa de trabajo de la municipalidad de San Fernando del Valle de Catamarca por Facebook sin que el tema pueda ser contenido ni tampoco se pueda dar con los delincuentes. Hoy El Aconquija accedió a una información de un grupo cerrado de Valle Chico donde ofrecen bolsones que da el gobierno por valor de 700 pesos. La publicación trajo una larga discusión sobre la necesidad y los controles de las ayudas oficiales.
La pandemia ha complicado la ayuda porque es todo un tema acercar el bolsón, el objeto es impedir el aglutinamiento de gente por eso cerraron las oficinas y se desaconseja asistir o convocar a multitudes por la entrega de bolsones. Así que los políticos se organizaron para hacer llegar la ayuda de mercadería que luego algunos ponen en venta el mismo día que lo recibieron porque a decir verdad no lo necesitan. Lamentablemente en esto también hay cierta injusticia.
También El Aconquija relató la “foto política” con el bolsón. La innecesaria foto para mostrar menores o vecinos necesitados pero sin barbijo, es decir, sin prevención ni cuidado cuando estamos en emergencia sanitaria por el covid-19. La publicación alcanzó sólo para un tirón de oreja al dirigente peronista pero también sacó a los fanáticos de su letargo para defender lo indefendible por las redes sociales. Para muchos esto es un planteo ideológico.
Es descarada la venta por las redes sociales y por grupos de WhatsApp de recursos del Estado en manos de vecinos que no lo necesitan o que quieren hacer unos pesos para comprar un asado o alcohol. La semana pasada remataban unos hermosos botines de trabajo por 1000 pesos con la leyenda “escucho ofertas”. Si bien hay varios perfiles falsos, en otros casos se hacen desde sus cuentas originales, sin embargo, no se puede dar con delincuentes y estafadores.
Desde Seguridad en su momento se anunció la creación de una suerte de “patrulla virtual” pero no logran cortar la cadena viciosa de lo robado y vendido, o de lo dado por el Estado como ropa de trabajo y alimento que luego es ofrecido a un precio ridículo con relación a su valor real. Más triste es ver que otros vecinos se aprovechan de esa ganga para sacar provecho aun sabiendo que es robado o que lo proporciona el Gobierno para gente necesitada o para cumplir una función social.
