Después de cuatro intensos intentos para proponer una puesta en común entre bonistas y el Gobierno, finalmente se dejó de lado lo que podría haber significado el peor escenario para Argentina si no había acuerdo: caer en default. Esta madrugada, el Ministerio de Economía confirmó que llegó a un arreglo con los tres grandes grupos de bonistas extranjeros y lo calificó como “un alivio de deuda significativa”.
Según el detalle que publicó el Ministerio de Economía, los fondos y el Gobierno acercaron posiciones con modificaciones en los plazos de pago de la oferta que ya había presentado el país. El Ejecutivo nacional alcanzó un acuerdo de deuda bajo legislación extranjera por unos US$ 66.300 millones con acreedores privados. Los cambios introducidos a la última oferta implicarían una modificación en las fechas de pago y tras una oferta inicial de unos 39 dólares por cada 100 adeudados, y se estima que la propuesta llega a un valor de 54,8 dólares por unidad.
La primera propuesta del Gobierno había sido rechazada por el 85% de los acreedores. Mientras que la cuarta sólo había recibido el 35% de adhesiones. Con este escenario desfavorable, fue que el Poder Ejecutivo decidió mejorar el ofrecimiento para cerrar trato, a su vez, los bonistas también cedieron terreno en sus pretensiones. Por lo que ahora estarían resignando tan solo dos dólares entre una y otra oferta.
Este acuerdo, que tanta discordia generó en el país y en el mundo, beneficiará tanto a la golpeada economía del país como a los inversionistas que no quieren perder sus ganancias. Podemos decir que finalmente hubo un “win-win” en la propuesta. Y es que los beneficios de un acuerdo superan a los costos del mismo. Sin negociación, hubiéramos ido directo al fracaso. Y al default. Argentina necesita encontrar mejores mecanismos para fomentar el crecimiento económico y productivo, ya que con la pandemia nuestra recesión económica empeora, con una contracción de casi el 10% del PBI, según FMI.
Este acuerdo nos demuestra que el aislamiento del mundo no nos sirve para crecer. Necesitamos mover la economía y recuperar la confianza de los inversores. Por eso, cabe destacar que los mercados internacionales siempre priorizan a los países con disciplina fiscal. La pobreza y la crisis nos deben hacer recapacitar para crecer e integrarnos comercialmente con el resto de los países.