El paso de Lizardo Ponce por la pista del Cantando 2020 fue como una montaña rusa. Una ronda le va bien, la siguiente mal, y así. En la última gala, el influencer interpretó “Loquita” de Marama, y no logró convencer al jurado. Ni tampoco consiguió gustar a Marcelo Tinelli, quien desde su casa tuiteó su devolución. Sin embargo, ahora el instagramer redobló la apuesta y confrontó al periodista: “Que me lo diga en la pista”.
El martes por la noche, Lizardo cantó la cumbia y le fue muy mal. Con 12 puntos, el influencer consiguió el segundo puntaje más bajo de la ronda. Tinelli por su parte, reaccionó a la actuación en la red social del pajarito: “Que raro ver a alguien de pantalones cortos en la pista del @cantando2020. No me gustó nada esta noche @lizardoponce. Muy desafinado. Y lo adoro”.
Por lo que al día siguiente, Ponce participó como invitado en Los ángeles de la mañana y le replicó a Marcelo. “Falta una quinta silla (en el jurado). Que lo diga en la pista. A mí me encantó el vestuario. Me gustó, me pareció divertido. Igual es objetivo”, aseguró el periodista. Más tarde, el conductor, muy atento a todo lo que se habla sobre el certamen, sentenció en Twitter: “Una buena para @lizardoponce. Me encantó el buzo!! Voy a ir a verte un día al programa”.
Por el contrario, Lizardo logró crear una gran relación con Nacha Guevara, con quien al principio no se quería ni cruzar. La actriz manifestó que se encontraron detrás de cámara, y “vio a los ojos al influencer, y notó que tiene un interior muy rico”. Luego de ese acontecimiento, el vínculo mejoró progresivamente. Es tan así, que en su última devolución, la diva le contempló otras cosas, y ¡hasta le hizo reiki para calmarlo!
“Hay que tener en cuenta de dónde vienen y cómo empezaron. A esto le falta mucho, pero hay un progreso y yo me enfoco mucho en eso, en que la gente es capaz de mejorar”, reflexionó Nacha. Al terminar de recibir todos los puntajes y el primer 1 de Moria Casán, Lizardo Ponce se sintió muy mal por lo que la cantante le pidió que se acerque y estire sus manos, con el fin de relajarlo con una técnica oriental, sorprendiendo a todos los que se encontraban en la pista.