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Andalgalá: “Para los chusmas, no tengo Covid”

El pánico por el Covid-19 lleva a la gente de extremo a extremo.

El pánico por el Covid-19 lleva a la gente de extremo a extremo. La sociedad se involucra en los controles sin medir las consecuencias porque las situaciones de emergencia pueden prestarse para todo, desdibujándose los roles específicos y las responsabilidades. A veces podemos ayudar y otras ser un obstáculo para las autoridades, provocando roces entre vecinos y estrés social como las estigmatizaciones que adoptan muchas formas en la era digital.

Esta es la razón por la que un vecino de Andalgalá (departamento del oeste catamarqueño) con sospecha de tener Covid-19, para zafar del escrache y hacerlo de manera directa, colgó un original cartel en la verja de su casa con la leyenda: “Para los chusmas, no tengo Covid”, anexando documentación oficial para evacuarle las dudas a todos los interesados en su salud y la de la población. La respuesta fue efectiva y se viraliza por los mismos canales con que se lo estigmatiza.

Todas las personas que ingresaron a la provincia o volvieron fueron sometidas a una persecución, sumado a la falta información por parte de organismos del Gobierno que fue clave para la estigmatización. Esto significa que es innecesario este padecimiento y el enfrentamiento de vecino contra vecino cuando en muchas oportunidades también solo fueron casos sospechosos que luego fueron descartados para COVID-19.

Así que, por un lado a la gente se le pide estar atentos para ayudar a controlar y contener el virus pero por otro, al no tener un marco sobre los límites y manera de intervenir, los esfuerzos y preocupación se traducen en angustia sobrada por no tener un piso firme donde hacer pie para que la sana intención de colaborar no se convierta en contradicciones que terminan afectando el tejido social en momentos en que se requiere solidaridad y responsabilidad.

Ahí hay un agujero negro de información entre dar la noticia de sospecha y la confirmación de que dio negativo y que no hay de qué preocuparse. En el medio, los escraches, la circulación de fotos íntimas e incluso los insultos porque hay vecinos que dan por sentado que el caso sospechoso ya es un positivo Covid-19. Al principio tampoco se entendió que la activación del protocolo no era el reconocimiento de un caso sino la necesaria reacción ante la sospecha.