El martes se regresó a clases presenciales en algunas de las escuelas de Catamarca y no faltaron los reclamos sobre las condiciones en todas las áreas. Es el caso de Río Grande. Hace diez años se construía la huella. En aquel entonces, la maestra Eliana Rosina Morales, cabalgó por casi doce horas. Los docentes necesitan llegar a través de un gran cordón montañoso a la Escuela N°156.
Esta es una de las escuelas más alejada del distrito de Fiambalá, unos 80km. Las lluvias y crecidas de enero destrozaron el camino que en los últimos kilómetros, el descuido y el olvido lo volvió a foja cero, lo transformó en una odisea para llegar a esa localidad. Por su parte, el Gobierno de la Provincia aún hace oídos sordos a esta situación sin reconocer que el reparo del camino es la única alternativa.
Por el momento, los docentes y familiares de Río Grande se movilizan caminando o a lomo de mula, sin opción. La directora de la Escuela N° 156 al momento comentó que el cruzar las montañas en pleno invierno es un riesgo y un sufrimiento, significa peligro ya que andan en animales en plena cornisa o descensos pronunciados con mucha piedra suelta.
Cuando el camino está en condiciones, los maestros de la escuelita pueden llegar en camionetas. Se suma como fundamental la llegada de algún vehículo, ya que los habitantes de ese lugar pueden adquirir la mercadería a mucho menor costo, o frente a una emergencia solicitar una ambulancia o algún rodado preparado que los asista. La directora remarca que en estas condiciones están aislados de todo.
La prevención y los protocolos ante la pandemia por coronavirus que sostiene la Provincia es la menor preocupación para esta zona. Hoy, el mayor inconveniente que afrontan alumnos y docentes es el olvido y la desidia de los responsables. El Estado no registra a los que menos tienen, como si solo importara lo que se ve.