Opinión

El intendente Rafael Olveira le encargó a un brujo un “trabajo de limpieza”

Para los que preguntan por las cintas de colores en las camionetas de la municipalidad.

Rafael Olveira

La plata puede comprar muchas cosas pero en este caso al intendente Rafael Olveira parece que no alcanzará los millones que tiene para comprar la rere-reelección. Raúl Jalil no solo desapareció en las PASO sino que tampoco piensa volver por Los Altos hasta después de las elecciones de noviembre. En la desesperación Olveira acudió a un brujo para un “trabajo de limpieza”, para los que preguntaban por las “cintas” en las camionetas nuevas de la municipalidad.

Ahora que está dejando el poder o lo están desalojando, comienza a saltar todo lo malo, lo que estaba escondido u oculto. Por ejemplo, material no entregado a beneficiarios que ahora advierten que nunca les llegó mientras observaban cómo los funcionarios y empleados “vivos” construían o ampliaban. En los WhatsApp que se filtraron los funcionarios compran dólares y piden precio por terrenos, entretanto el vecino común o el municipal cada día más pobre.

Tras las PASO, el Intendente hizo algunas reuniones para “escuchar” a la gente y supuestamente corregir. Cuando le empezaron a detallar las irregularidades e injusticias aseguró que “no sabía nada” y le entró el apuro por ir a otras reuniones. Le reclaman desde las personas que viven gratis en la Hostería de Alijilán por vínculos con el delegado “Kitun” Salas, pasando por familias enteras que viven del municipio (contrato y becas), hasta negocios y alquileres pagados a privilegiados.   

Con relación a las elecciones de noviembre. Olveira tendrá que tirar la casa por la ventana si quiere dar vuelta el resultado. Pero, si Rafael la pone y los punteros no la gastan porque sienten que la guerra está perdida será plata tirada. No solo no van a laburar políticamente sino que se van a quedar con el dinero ¿quién les va pedir que rindan cuenta de esa plata por izquierda?. Última oportunidad para hacer la diferencia, total, los funcionarios lo hicieron durante años.   

El Aconquija supo que Jalil tampoco iría a Los Altos hasta que pase las elecciones de noviembre. Los intendentes amigos comienzan a hacerle un vacío. Los funcionarios de Provincia ya no aceptan ir a comer en la hostería. Se mantienen fríos, lejos, distantes. ¿Podrá revertir esto el brujo que está haciendo el “trabajo de limpieza”, de “amarre” con el municipio, de “buena vibra”?  Algunos, en tono jocoso, aseguran que Rafael Olveira está más gordo porque anda comiendo los asados solo. Es más que una humorada. Es la lógica natural de un ámbito ingrato cuando se va perdiendo o se corre el eje del poder.

Por Juan Carlos Andrada

Especial para El Aconquija  

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