La gestión de Raúl Jalil como gobernador, al parecer, no anda con pequeñeces. Tal es así que, hace unos días, anunció el inicio de una obra de grandes magnitudes. La cual consistirá en trazar una ruta que unirá al Departamento Pomán con la localidad de Huillapima, Capayán. Ahora también se anunció que en 15 días iniciarán las obras en el Estadio Bicentenario, la cual tendría un costo de 15 millones de pesos sólo para la primera etapa.
Si bien el trazado de esta nueva ruta servirá no sólo para el turismo interno de la provincia, sino también para el sector productivo de la zona. También teniendo en cuenta que el Estadio Bicentenario fue una obra faraónica y millonaria del radicalismo –que la gestión de Lucía Corpacci dejó caer-. No parece tan malo el hecho de que el gobierno decida hacer estas grandes inversiones, pese a la pandemia que vivimos.
Sin embargo, resulta imposible no cuestionar las prioridades del mandatario provincial. Sobretodo si recordamos que, hace unos días, comentó sobre la posibilidad de que Catamarca colaborara con provincias vecinas aceptando pacientes infectados con COVID-19. Cuando es una realidad que el sistema de salud de nuestra provincia, ni siquiera está preparado para quienes residimos acá.
Basta con acercarse al Hospital Interzonal San Juan Bautista, el cual en su momento ha sido modelo en la provincia y hasta, me atrevo a decir, en la región. Además de ser una de las grandes obras del radicalismo que, como ya es costumbre, dejaron caer. Actualmente el nosocomio sufre un gran deterioro, producto del abandono del Estado provincial. Sus sistemas de agua y electricidad, son las fallas que más preocupan.
Las falencias en el sistema eléctrico no permiten el uso óptimo de algunos aparatos, lo que lleva a un rápido deterioro de los mismos y, muchas veces, a su daño total. Por otra parte, las filtraciones y pérdidas de agua cada vez son mayores, sumado al mal estado de los techos y a los insectos que habitan el nosocomio. Poniendo en un riesgo innecesario la integridad de sus pacientes, como así también de quienes trabajan allí.
Todo esto sin mencionar la falta de insumos, y la odisea que significa para los pacientes sacar un turno en alguna especialidad médica. No es necesario analizar mucho más para saber que esos 15 millones de pesos, que se invertirán en las refacciones de la cancha y las plateas, serían de muchísima ayuda -sobretodo en el actual contexto- para proveer de insumos y mejorar la infraestructura del Hospital San Juan Bautista. Un gigante aún más dormido que el Estadio Bicentenario.