La obra social de los empleados públicos (OSEP) de Catamarca tiene de rehén a todos los trabajadores del Estado. La demora e ineficiencia para el cuidado de los afiliados de OSEP nunca llegó. La pandemia del coronavirus tampoco fue una tranquilidad para los usuarios de sus servicios de salud. Esta organización maneja millones de pesos que no juegan a favor de los afiliados. La imagen muestra la cantidad de personas que esperan para sacar una orden o realizar un trámite. Ante esta situación aparecen las excusas que no tienen relación con las acciones y hechos desde la administración de la obra social.
Otro ejemplo claro se trata de los descuentos automáticos que deberían tener los socios de este servicio de la salud y no comprende cómo esta institución de la seguridad social no sea gerenciada de tal forma tenga los números en rojo con tantos afiliados. OSEP no cuenta así con la cobertura y la eficiencia necesaria para cualquiera de sus usuarios. Los empleados públicos que “gozan” de las prestaciones de OSEP aseguran que deben pagar plus ante cualquier consulta o atención médica.
No se explica cómo los profesionales de la medicina exigen la extraprestación si la organización cuenta con todos los medios (dinero, concretamente) para mantener el mejor servicio ante la demanda para el empleado público con problemas de salud. Desde el Gobierno se dieron muchas explicaciones, tanto económicas como no económicas. Al respecto, el director de OSEP, Dr. Norberto Bazán, sostiene que existe un problema cultural de las personas afiliadas. Justifica el accionar de éstos sugiriendo “que son ignorantes” porque no se acostumbran a las medidas o porque les gusta perder su tiempo.
Las herramientas brindadas desde OSEP, vía telefónica o a través de redes sociales, no solucionan las necesidades de los afiliados y en la mayoría de los casos regresan a la puerta de la casa central. Por otro parte, resuena la noción de que la burocracia sería resuelta con un soporte técnico de 38 millones de pesos (software) y no sucede así. No se agilizan los trámites, los servicios se reducen y se suma el malestar de no poder realizarse tratamientos en provincias vecinas.
En cuanto a estos tratamientos redujeron todo para que no pueda ser una solución, con el sólo propósito de que los pacientes sean atendidos en Catamarca y que no viajen para no generar gastos a la obra social. Todo esto nos lleva a confirmar que deja que desear un sistema público del Estado que más se asemeja a una empresa privada sin consideración. Sin embargo, las clínicas y farmacias del gobernador Raúl Jalil continúa en su prosperidad. La deuda con el sistema de salud de Lucía Corpacci sigue en la gestión actual. ¿Cómo sería si los mandatarios no reconocieran como prioridad sus negocios del sector privado?