El reclamo de la gente a El Aconquija muestra en la imagen al Juzgado de Familia, frente a Tarjeta Naranja, con una pésima atención al público. Y encima hay que esperar que los empleados terminen de tomar mate. Este hecho demuestra algo que contrasta bien la teoría de la práctica. Con la gestión de Lucía Corpacci se hizo una reforma judicial donde se aumentó de a 3 a 5 los miembros de la Corte. Pero el problema radica en que sólo se modificó la parte de arriba y el conflicto en realidad es hacia abajo.
Y la realidad es que para mejorar la Justicia hay que mejorar del segundo al tercer nivel para abajo, es decir, las fiscalías y juzgados. Si sólo se abstienen a aumentar miembros de la Corte para garantizar la impunidad del gobierno de turno de aquí a veinte años, no mejoró el servicio de justicia para la gente.El problema no es en cantidad de miembros. El problema es estructural, de funcionamiento. La cantidad de miembros de la Corte no provoca en consecuencia como es su mejora para abajo. La foto que compartimos es de la realidad del servicio de la justicia. Desde que se aumentó de 3 a 5 los miembros no hubo más resoluciones o eficiencia en los trámites.
Encima ahora quieren elevar de 5 a 7 los miembros con la nueva reforma. En definitiva, quieren hacer entrar a jueces con afinidad al gobierno de turno. Ese mismo error lo cometió el Frente Cívico y Social poniendo gente con una clara disposición ideológica y con hasta manifiesta militancia. Esa misma equivocación la está realizando el peronismo: meter gente afín. Incluso tener la osadía de incorporar personas que formaron parte de su gabinete en el poder judicial, que debería ser un poder independiente.
Lo que hace falta es una suerte de control del funcionamiento de la justicia. Es decir, mejorar los controles en torno a un poder que debe funcionar de manera eficiente porque es el último resorte de la democracia. Es, también, el último recurso que tiene el ciudadano frente a los atropellos que comete el mismo ejecutivo nacional y su herramienta principal ante las injusticias.
No es cuestión de números, sino de eficacia para abajo, de controles y de cómo funciona el sistema. La práctica choca con la reforma virtual que se viene haciendo y la teoría política. La Legislatura terminando funcionando prácticamente como escribanía en lugar de debatir un proyecto en profundidad ya que la polémica reforma judicial salió en formato “exprés”.