El Gobierno provincial tiene un serio problema en Los Altos pero al parecer también una solución. Pretende quedarse con la administración peronista de la intendencia produciendo una renovación en ese municipio pero lejos de poder ser manoteada por la oposición. Sin embargo, no es tan fácil. Si el actual intendente Rafael Olveira no quiere bajarse, habrá que bajarlo con causas judiciales. El plan alternativo lo encabeza el senador Raúl Barot (FT) con un armado que sería peronista-radical.
El desgaste hizo su daño en la administración Olveira en Los Altos con innumerables denuncias por casos de corrupción que la justicia mantienen en stand by pero que podrían ser un elemento de presión a la ahora de forzar un “gesto histórico” de Rafael al no ir por la reelección (ni poner ningún candidato de su riñón político) sino dejando ese honorable lugar para el sucesor natural al cargo, el ex funcionario corpaccista y actual legislador, Raúl Barot.
De manera que en principio se haría por las “buenas”, en “paz y amor”, pero esa estrategia protocolar y de buen samaritano es más de un ámbito religioso por lo que es casi seguro que no funcionará atento al perfil del polémico intendente, un aguerrido jefe comunal que supo mantenerse en el poder con abusos de poder haciéndose cada vez más millonario sin olvidar que ubicó a la descendencia y amigos en cargos públicos también. Con mucho que explicar aún.
Si no hay una interna Olveira-Barot para que salga el candidato del oficialismo en Los Altos, la amenaza la constituye un nuevo armado que tendría como cabeza al ex jefe de la EC Sapem de Energía apoyado por todo el arco opositor que incluye a peronistas disidentes, radicales e integrantes de otras facciones políticas coincidentes en un partido departamental. Las reuniones ya empezaron y el choque es inevitable.
De manera que la presión podría ser doble, política y judicial. A sabiendas de que viene por él (puesto que nadie es eterno en el poder), Olveira se enfrenta a una gran decisión, incluso ya el gobernador Jalil le habría ofrecido un cargo a nivel provincial para sacarlo del juego sutilmente y evitar una feroz interna peronista. Empero, si bien, “para un peronista no hay nada mejor que otro peronista”, la lucha por el poder podría invertir ese popular dicho en otros términos: “para un peronista no hay nada peor que otro peronista”.
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