En Catamarca se han dado muchas muestras de fe. Esta es una de ellas. Una mujer clavó sus rodillas en las puertas de la Catedral porque se encuentra cerrada. Su fe la llevó hasta ahí para elevar una oración y pedir Piedad y Misericordia ante la agitación y zozobra que causa el coronavirus en el mundo. Es algo muy íntimo, personal y sagrado que a veces suele ser captado en el momento exacto en que uno se rinde ante el Misterio.
Hemos pasado muchas situaciones dolorosas, pero tal vez ninguna nos ha impedido algo esencial para salir adelante, abrazarnos o tomarnos de la mano. No podemos ir en auxilio de quienes nos necesitan en este momento porque muchos hemos quedado del otro lado. La impotencia gana la calle y corremos como locos en la dirección contraria porque lo que era “normal” ya no existe. ¡Señor mío! ¡Dios mío!
Duele no haber abrazado a nuestros seres queridos cuando podíamos, ahora ya es tarde. Dicen rige distanciamiento social, violarlo podría implicar el calabozo o una causa penal. Duele haber perdido la realidad como la concebíamos. Esa alma postrada a los pies de María en la Catedral de Catamarca busca consuelo y seguro está pidiendo por todos. Corren tiempos difíciles y la fe es nuestra única armadura ante semejante adversario. ¡Jesús, en Vos confío!
Sin piedad, sin tregua. El Malvado virus no nos deja respirar. Henos aquí, ante el horror, arrepentidos del favor que no hicimos, de la palabra que dijimos de más, de la mano que no dimos. Melancólicos, atónitos, como cuando uno de repente se descubre viejo. Sin fuerzas propias para seguir por eso a Ti acudo. Un remanso para poder seguir, una oración precisa para no rendirme hoy, una señal de tu Amor para seguir vivo. ¡Oh Divina Presencia!
Aspirábamos a ser seres eminentemente pensantes pero las circunstancias nos hacen acentuar hoy más que nunca nuestra religiosidad. Esa persona en las puertas de la Catedral de Catamarca ¿qué le está diciendo a Dios? Esa mujer a la que no se le ve el rostro, hoy presentó su Fe inquebrantable. El silencio y la soledad sirven para ir hacia adentro, dicen que ahí habita Él. ¡Bendícenos Señor! En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén (qué así sea)!