La reforma del Poder Judicial es un escándalo en Catamarca. Es la segunda reforma en la administración peronista Corpacci-Jalil porque con la primera no se pudo tener la Corte “a medida” que le garantice impunidad a futuro. Ahora quieren meter 2 jueces más por la ventana para elevar a 7 los miembros de la Corte. En este contexto llama la atención el silencio de los funcionarios judiciales oficialistas como Vilma Molina y Miguel Figueroa Vicario. Obviamente no van a criticar pero podrían apoyar la iniciativa del Raúl Jalil. Nada.
Le pegan al Poder Judicial y salta José Cáceres pero la Corte no es Cáceres. Así como la cantidad de miembros de la Corte no hace a la calidad del servicio de Justicia. ¡Qué novedad! Lo cuantitativo no suple lo cualitativo, tal como quedó claro con la primera reforma judicial mal llamada “integral” impulsada por Lucía Corpacci que sumó dos jueces para pasar de 3 a 5. La verdadera reforma es hacia “abajo”, no obsesivamente “arriba” para garantizar fallos que le interesan solo al Gobierno.
A Molina y Figueroa Vicario les regalaron el cargo en la Corte. Paracaidistas. “Miguelo” tuvo esta preocupante trayectoria Diputado- Asesor de Gobierno-Corte. Vilma se sacude pero no puede sacarse el mote oficialista culpa de su hermano ultra corpaccista y actual diputado, Isauro Molina. Como sea ninguno de los dos se juega y emite opinión para defender otra reforma promovida por el Ejecutivo provincial, prefieren el silencio que parece menos vergonzoso.
El problema es que cuando habla Cáceres lo hace en nombre de la Corte, es decir que los suma o los involucra en la consideración. En este sentido, Molina, Figueroa Vicario y demás integrantes (Raúl Chipitelli y Sesto de Leiva) con ese silencio ruidoso entendemos “comparten”. Queremos creer que no es así también en los fallos, Cáceres argumenta y los demás adhieren, eso implicaría preguntarse para qué están, qué hacen y como justifican semejantes sueldos.
¡Ah, pero para salir corriendo para la foto con Jalil ya están! A esta altura ya deberíamos saber que con la foto no hacemos nada. La doctora Molina y el doctor Figueroa Vicario, están de acuerdo o no con otra reforma judicial del Gobierno. Pero, ¿Acaso ellos no son producto de la primera reforma que fue un fracaso en cuanto a la prometida mejora del servicio de justicia? ¿Cómo se puede argumentar a favor siendo uno parte de ese primer fiasco político-institucional?