Vecinos aseguran haber sido víctimas de una estafa en el ministerio de la Vivienda que conduce Fidel Sáenz. Se trata de empleados con acceso a documentación que le sacaron de 30 mil a 90 mil pesos a varias familias catamarqueñas para darles viviendas que no están habitadas. De manera que el mecanismo contempla un aspecto legal y otro ilegal. Las quitan porque no las habitan (legal) pero por contactos te la pueden otorgar, pero si pones “x” cantidad de plata. Los estafados sacaron fotos e hicieron videos a los que accedió El Aconquija.
Este negocio se sospechó siempre, pero la falta de pruebas hace que la versión quede en la nada, sumado a que la justicia es ciega, sorda y muda en Catamarca cuando se trata de delitos contra el Estado. En este caso, los vecinos aseguran que les pidieron entre 30 y 90 mil pesos para darles las viviendas que el ministerio iba a quitar a otros beneficiarios que no habitaban las casas. Quitarlas por no habitarlas es lo correcto, darlas a otra persona a cambio de dinero “por bajo de la mesa” es ilegal y requiere de una profunda investigación.
La operatoria de corrupción es simple. Por contacto con gente del ministerio, te ofrecen una casa a cambio de entregar plata por adelantado y para comenzar las gestiones. En un futuro no muy lejano supuestamente las viviendas que le quiten a otro vecino por no habilitarla sería del que pone más plata. Sin garantías, pero convencido que por izquierda es posible, ya que por derecha no funciona, con el dinero en mano a algunos empleados el sueño de la casa propia se haría realidad.
De manera que estos empleados de Vivienda se hicieron de una fortuna convencidos de que la gente no hablaría, pero la situación se puso tensa porque los fueron a buscar en el CAPE, amenazan con ir al domicilio de los estafadores y prenderles fuego. La pregunta es desde cuándo y cuántas casas se entregaron bajo esta modalidad. Acaso el doctor Sáenz no conoce de estas maniobras o hay que sospechar también que forma parte de estos ilícitos.
En la imagen puede verse a un hombre con carpetas que no puede explicar por qué las tiene y una mujer haciendo el negocio. Trascendió el nombre de un tal Ferreyra, pero El Aconquija dará los nombres oportunamente en una segunda nota periodística de los empleados infieles que cerraron este negocio en las entrañas mismas del ministerio. Siguen la corrupción en la Vivienda y agita el fantasma de los escándalos anteriores sin que jamás se aclare porque para el Gobierno es más barato políticamente negarlos o esconderlos.
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