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Política

¿110 días para prevenir o 110 días para relajar?

El gobierno catamarqueño y las falencias de su gestión.

Catamarca era un ejemplo para todo el país al no tener registrados contagios por coronavirus durante más de 100 días. Era. Porque ya no lo es; pese a las medidas establecidas a nivel nacional, como el aislamiento social, preventivo y obligatorio; el imprescindible uso de barbijos o tapabocas y el distanciamiento social, cada gobernador se sentó en la mesa para estudiar cada situación epidemiológica en particular y tomar medidas muy estrictas para controlar el exponencial índice de contagios.

 Sin embargo, Jalil parece ser el único que no está preocupado en absoluto con su gestión de estos últimos 110 días. Con anterioridad, lo vimos en las redes sociales (su medio elegido para la comunicación con la población) conmemorando fechas y compartiendo comentarios sin sentido, utilizando las redes de un modo que no es el apropiado o al menos el esperado en su gestión; aun así, recientemente hizo uso de ellas para comunicar su reunión con el COE.

 Poco le interesan las opiniones de la oposición que cuestiona su gestión y la califica de soberbia, improvisada e incompetente; y  la opinión social que alega que los políticos de turno no ponen un parámetro sobre las autoridades que los obligan a cumplir con las disposiciones en menor medida, pero que cuando se los necesita no aparecen. En este marco, se destacan las excepciones que tienen algunas personas con poder para asistir a fiestas clandestinas.

En este sentido, Jalil no hace más que culpar a las empresas por el exponencial aumento de los contagios y no toma en cuenta que si la provincia cae, no será sólo responsabilidad de las empresas por no seguir los protocolos, ya que muchos ciudadanos, además de estar en riesgo de contagio, no tienen qué llevar a la mesa día a día. Sin embargo, ¿qué sucede con la ausencia de la autocrítica? ¿Se aceptarán los errores cometidos?

 Mientras los ciudadanos observan la inminente caída de la provincia, Jalil  y su familia parecen desconectados de la realidad social porque no son capaces de poner las cartas claras sobre la mesa y comunicar bien; tampoco se los observa cumpliendo con los protocolos que desde la gobernación se establecen. Claro quedó, cuando el hermano del gobernador, Andrés Jalil, se paseó en el Sanatorio Junín (del que es dueño) sin barbijo y sin cumplir con las disposiciones.