Si los auditores de Nación no llegan antes que el gobernador Raúl Jalil desmantele el Hospital Malbrán, jamás se sabrá fehacientemente si el Primer mandatario catamarqueño gastó 50 o 100 millones de pesos en montar el monovalente en una estructura ya existente, en realidad una remodelación del CIIC. El tiempo es tirano para el gobernador que está desesperado por desmembrar el Malbrán declarando el fin de la pandemia en Catamarca.
Los fondos eran específicos para la pandemia. Los envió el presidente Alberto Fernández. La construcción/remodelación del Malbrán se presentó como un hospital modelo en la región, pero la transparencia siempre ue puesta en duda. Luego de casi 2 años de lidiar con el virus, de pronto, el primer mandatario catamarqueño está sospechosamente apurado en cerrarlo y distribuir el material, aparatología y recursos humanos en diferentes centros de salud, capital e interior, lo que dificultará la auditoria, sería un trabajo de hormiga que no estarán dispuestos a hacer ¿o si?.
Así como Nación bajó recursos que están bajo sospecha desde el principio por la poca transparencia bajo excusa de la excepcionalidad de la emergencia sanitaria, ahora se disparan las dudas sobre que allí no está toda la plata que envió Alberto a Catamarca. Es solo una cuestión de tiempo y números pues si los auditores apresuraran o llegaran antes de que Jalil cierre el Hospital Malbrán podrían confirmar el destino final que tuvieron esos recursos nacionales.
Lo que cree la gente de los gobernantes de turno
Cuánto más apurado está Raúl, más cerca está la gente de creer que los gobernantes de turno se aprovecharon de la pandemia para hacer negocios particulares o beneficiar a centros de salud privados, sin olvidar que la familia del Gobernador tiene intereses marcados pues son dueños de las clínicas Junín y Pasteur, tienen servicio de ambulancias y una Red de farmacias que no tiene descaro en vincular con el Estado. La Corporación Jalil es uno de los principales proveedores del Gobierno provincial. Raúl le paga a la familia o a sí mismo, atento a que tiene acciones e intereses en la empresa familiar.
Desmembrado el “Carlos Malbrán” antes de una auditoría no evacuaría jamás las dudas de cara a la sociedad, algo que puede ser un objetivo específico, adrede, del oficialismo provincial. También compromete a los auditores de nación que podrían estar demorando su llegada, puesto que el gobernador ya anunció que cierra el Malbrán y, esperar demasiado, puede significar no dar nunca con la verdad sobre la inversión real sanitaria o hechos de corrupción en plena pandemia. En definitiva, una auditoría mal hecha o tardía, justificaría o encubriría la corrupción estatal.
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